La firma del director

Crisis, pero qué crisis

Es una evidencia que esta crisis es muy distinta a otras anteriores

Ángel Báez

Ángel Báez

La economía no es una ciencia exacta. La actual crisis -- que no es ficción-- no parece tener una fiel correspondencia con el día a día de unos ciudadanos que viven muy ajenos al desmoronamiento que se pregona. Es una evidencia que esta crisis es muy distinta a otras anteriores. Su nivel de afectación social está lejos de aquella que nos heló la piel en la primera década de este siglo y nos dejó un rosario de esqueletos urbanísticos a lo largo y ancho de nuestros callejeros.

Nada más pisar la calle, comprar un periódico, consultar las últimas noticias en web o conocer de primera mano las vivencias del vecino en ERTE no parecen ir en consonancia con unos datos macroeconómicos que, si bien eluden hablar de recesión, sí nos dibujan un panorama digno del desconsuelo. Hoy el ocio sigue haciendo negocio, el turismo recobra el pulso tras el enclaustramiento y los reponedores no paran de reponer ante el buen dato de un consumo y una demanda que no hace más que crecer. Mientras el empleo resiste, el mercado vuelve a volcarse en el exterior en tanto las crónicas hablan de números que discrepan de lo más cotidiano.

No parece importar o, al menos, no parece importar mucho el fuerte encarecimiento de la cesta de la compra, el día tras día sin IVA de productos básicos, en una rebaja que ha aliviado más los balances de los establecimientos que el bolsillo de los consumidores. Extraña crisis es ésta, que nos pone el precio de la energía por las nubes mientras se vive a todo gas. Y quizás sea éste el principal riesgo.  

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