BABOR Y ESTRIBOR

Feijóo, el hombre tranquilo

Basilio Trilles

Basilio Trilles

El periodista Vicente Vallés, l’enfant terrible de la izquierda arrumbada en el frentepopulismo ungido por Pedro Sánchez, ha dicho: «Núñez Feijóo carece del deseo irrefrenable de alcanzar el poder de Sánchez». Sobre este último Vallés ha abundado: «Tiene el arrojo y también la temeridad. Le ha ido bien, hasta ahora, en su deseo muy intenso de alcanzar el poder en España». Leyendo el resto de declaraciones del presentador televisivo uno confirma lo que viene siendo evidencia innegable: el inquilino de la Moncloa es un animal político de los que de vez en cuando da la sociedad, no siempre para bien.

Enfrente tiene a un hombre tranquilo de larga trayectoria en la gestión pública desde una perspectiva moderada de centro derecha, impregnado de unos valores alejados del todo vale. Y la pregunta surge: ¿Es suficiente que Feijóo sea un hombre cabal, dispuesto a arremangarse sin utilizar engaños en la tarea de corregir el rumbo de España? ¿Es suficiente que el líder del Partido Popular esté dispuesto a no engañar a los españoles empleando un discurso basado en la verdad de sus intenciones y la realidad que acontece, en el compromiso de poner en su sitio a los enemigos de la nación que hoy colaboran decididamente con el Gobierno Frankenstein de Sánchez?

Infalible en sus encuestas

Los sondeos demoscópicos, ahora mismo, resultan muy bonancibles para el PP. Empero, sería una temeridad, en estos instantes de la escena política, vender la piel del oso antes de cazarlo. El oso del sanchismo no es cualquier cosa, a su determinación más allá de la ética convencional es preciso añadir el manejo sin límite de líneas rojas de la arrolladora maquinaria del Estado. Es cierto que Narciso Michavila, presidente de Gad3, está siendo infalible en sus encuestas. Ojo, esa música celestial con letra del PP sonando en todas las empresas sociológicas son meras predicciones y al igual que ocurre con las estimaciones meteorológicas, pueden variar por imprevisibles circunstancias. Hay que ser muy iluso para obviar la capacidad de maniobra de Sánchez, pasota olímpico de reglas y principios, asido al amoral concepto de Maquiavelo: «El fin justifica los medios». El Príncipe del sanchismo, lo ha dicho Vallés y otros muchos observadores de talla: el presidente tiene el arrojo y la temeridad de la ambición desmedida, atributos que suelen diluir cualquier rasgo ético. Ya saben, si no les gustan mis principios tengo otros.

El lío interno del Ejecutivo de Sánchez, con las escenificaciones opositoras de las podemitas Belarra y Montero, tampoco debe alentar a la posición calculando una irreversible crisis que dé al traste con el invento que gobierna a los españoles. Resulta imprevisible un motín definitivo, todos se necesitan para perpetuar el anhelo de poder. Los que están dentro del Consejo de Ministros y quienes hacen un formidable trabajo desde fuera, díganse secesionistas catalanes y bilduetarras. A ninguno le interesa romper y juntos pueden sorprender, dando alas a Sánchez para que afine el mejor de sus desempeños: la prestidigitación capaz de camelar en el último minuto a un vital porcentaje de indecisos. El jefe de la Moncloa dispone de la repleta caja pública y de esa arma tan potente llamada Boletín Oficial del Estado.

Feijóo, el hombre tranquilo, ingente trabajo tiene si quiere que la cita del 28 de mayo sea preludio de su llegada a la Moncloa en diciembre. Él, veterano de largo recorrido en estas lides, se la juega en las autonómicas y municipales. La unidad sin fisuras, pasadas las secuelas del casadismo, evitando errores de personalismos localistas, debe ser la prioridad de Feijóo. Una vez más, el Partido Popular va a las urnas en solitario. No caben errores.

Periodista y escritor

Suscríbete para seguir leyendo