AL CONTRATAQUE

Los plinios del Riu Sec

Paco Mariscal

Paco Mariscal

Vecinos, amigos, allegados y potenciales lectores del plumilla que suscribe, en la capital de la Plana y en el restos de comarcas castellonenses: En las orillas de nuestro cauce seco enraizaron su vida y costumbres miles de ciudadanos, cuyos progenitores hallaron aquí, durante los últimos cien años, buena acogida, una mejor convivencia y un puesto de trabajo. Son mayoría absoluta, y muchos de ellos paran mientes en cuanto aquí sucede y en cuanto acaece más allá de la Penyeta Roja, el Tossal Gros o el tossalet de la Magdalena. Horrorizados , recibimos aquí noticias, nuevas y viejas a la vez, que causan espanto: la irracionalidad, mal llamada religiosa, acaba con la existencia de un humilde sacristán en la sureña Algeciras; esa misma irracionalidad causa una tragedia sin fronteras en el lejano Pakistán, porque asesinó estos días pasados a más de cien jóvenes uniformados, policías que combatían el terrorismo en Peshawar, jóvenes que se encontraban en su mezquita, durante el rezo al Dios del Islam, de Israel y de los cristianos, que es el mismo.

Claro que el término tragedia es oportuno cuando la mirada vuela por encima de nuestros cerros cercanos. Desde esos cerros hasta la desembocadura del Riu Sec, el espectáculo protagonizado esta semana pasada por un grupillo de plinios nos remite más bien al vodevil, vocablo de origen francés; vocablo que relacionamos con la frivolidad ligera y picante de una comedia, con intrigas y equívocos de sainete. Plinio es el guardia municipal de Tomelloso, sagaz y agudo, que protagoniza una serie de narraciones negras o detectivescas de Francisco García Pavón. Plinio resuelve crímenes y otros delitos en la España profunda y rural, donde la Policía Nacional no tenía asentamiento. Con Plinio se encariña y familiariza el lector, como familiarizados estamos en Castelló con nuestros plinios o municipales. No podemos olvidar su inmediatez, su proximidad, su vecindad y casi siempre su eficacia en los cometidos que son de su competencia. La cartera que perdió este despistado plumilla, se la entregaron hora y media más tarde dos eficaces agentes municipales, avisados por el ciclista honrado que la encontró. Y es solamente un ejemplo, podríamos indicar muchos más en este Castelló de alegrías y desdichas que, en parte, sigue siendo un pueblo con semáforos.

Irrisorio

Por eso resulta trivial e irrisorio el vodevil montado en torno a nuestros plinios en el último pleno del Ayuntamiento de Castelló, en la sala donde se reúne el consistorio y en la plaza delante de la casa consistorial. En el pleno, la oposición tricéfala de derechas, con demasiados tintes de extrema, se suele referir al trabajo de nuestros plinios calificándolo de magnífico y excelente, sin matices. Calificación que tiene mucho más que ver con la demagogia electoralista que con la realidad, porque en todos los sitios cuecen habas, y en todos los colectivos --médicos, curas, albañiles, profesores, y sursuncordas-- hay habas tocadas por la ineficacia y el corporativismo. Hablar de ese modo de nuestros plinios es confundir la realidad con los atributos viriles del caballo de Espartero. Vodevil de una oposición, que lamentablemente, boca tiene, pero hablar no sabe. Ni contestar a los datos sobre vehículos averiados de nuestros plinios que se reparan con la rapidez del rayo, ahora que gobierna la coalición de Fadrell, como se reparaban hace unos años cuando el gobierno estaba en manos de una derecha con algo de cabeza. Porque luego esa misma derecha no cubrió en sus últimos años algunas plazas de plinios, decía que había que encauzar la crisis del ladrillo, una crisis que originó el lucero del alba en este vodevil local de equívocos e intrigas electoralistas.

Y para vodevil de equívocos, la pancarta de unos escasos plinios del Riu Sec, con reivindicaciones de carácter corporativista, que no sindical, y con una pancarta que podría sonrojar a los mismísimos espectadores de El virgo de Visenteta.

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