MÁS O MENOS BIEN

La primera vez que te rompen lo que sea

Enrique Ballester

Enrique Ballester

Cuidado con la Magdalena que es muy de primeras veces. La primera vez que te emborrachas, la primera vez que te atracan, la primera vez que te enamoras, la primera vez que te rompen el corazón o la primera vez que te rompen la cara. La primera vez que intuyes que la gente no está del todo bien. La primera vez que vas a pillar y te estafan. La primera vez que te rompen lo que sea. La primera vez que entras al bingo. La primera vez que robas un carrito del Mercadona. 

Entrañables primeras veces. La primera vez que nos quedamos hablando con unas chicas en una colla, mi amigo aprovechó que se fueron un momento al baño para preguntarme: «Esto es lo de ligar, ¿no?». Yo tampoco andaba mucho mejor. Una chica me dijo «hola» y yo empecé a imaginar cómo sería presentársela a mis padres, cómo sería conocer a los suyos, dónde viviríamos, cómo sería nuestra boda, cuántos hijos tendríamos y qué nombres les pondríamos, y solo me había dicho «hola». Al rato la chica me dijo «adiós», se fue con su amiga por ahí y yo me quedé con mi amigo en el sofá de esa colla, hundidísimo, pensando que se había escapado la gran oportunidad de mi vida, rotísimo, imaginando los versos más tristes, en la mierdísima, sin verle el sentido a la existencia, convencido de que jamás volvería a verme en una parecida, y solo me había dicho «adiós» esa chica.

Soy muy sensible

Puede parecer exagerado, pero es que soy una persona muy sensible y todo es muy intenso en Magdalena. En todos los grupos de amigos había uno al que se le cortaban los labios en Magdalena. Pues bien, yo era ese, porque soy muy sensible. 

También siempre había uno que era el responsable: el que bebía un poco menos y acompañaba a su casa al que bebía un poco más, y le abría la puerta del portal y lo conducía hasta la cama sin que le pillaran sus padres. Me gustaría poder decir que yo era ese, pero sería mentir de forma miserable. Ahora en todos los grupos de amigos hay también uno que dice «ya pago yo con tarjeta y después me hacéis un bizum cada uno con vuestra parte». Gente con iniciativa, buena actitud, ciudadanos loables. El sistema funciona gracias a esta gente: casi siempre son los mismos que acompañaban a los borrachos, pero un par de décadas más tarde.

Suscríbete para seguir leyendo