FUERA DE JUEGO

¿Dónde está la solidaridad con los pueblos pequeños?

José Vicente Felip

José Vicente Felip

Un Castellón rural vivo es determinante para la prevención de incendios forestales como el que estos días nos tiene en vilo en la comarca del Alto Mijares, igual que el pasado verano sucedió con pueblos del Palancia.

Despoblación y cambio climático son factores decisivos. El vaciado de las áreas rurales hacia núcleos urbanos ha favorecido el abandono de prácticas tradicionales como el cultivo de tierras, la ganadería extensiva y el aprovechamiento de masas forestales. Por otra parte, la escasez de lluvias y las elevadas temperaturas aumentan los periodos de riesgo y la intensidad de los incendios, que ahora se propagan a más intensidad y tienen mayor impacto en el ecosistema. Miles de hectáreas sin cultivar ni cuidarse suponen mayor carga de combustible forestal.

La lucha contra la despoblación es una materia que está de moda. Cierto es que se han dado algunos pasos importantes por parte de la Generalitat y la Diputación, pero son insuficientes. Vivir en el interior tiene que ser atractivo para frenar el trasvase hacia las áreas más pobladas, casi todas ellas en la costa. Y, tal como está montado ahora mismo el sistema, eso solo es posible con el respaldo incondicional de las administraciones, tanto a través de proyectos como mediante ayudas directas a las personas.

Recuperar el pastoreo

Hay que recuperar actividades como el pastoreo, la ganadería extensiva y el aprovechamiento forestal, pero nadie se encargará de ello si no se traduce en un beneficio que les permita vivir con dignidad. Labores que producen bienes tangibles y mantienen un paisaje más preparado contra el fuego.

Un paso crucial debería darlo la Diputación destinando su presupuesto a esos pueblos pequeños que están en situación de plena inferioridad para poder subsistir.

Subdirector de Mediterráneo

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