Que la realidad del resultado de las últimas elecciones locales y autonómicas es un pelín diferente cuando hablan los números, vecinos. Los cantos a la cambiante luna electoral de capuletos y montescos son harina de otro costal, es decir, el bombardeo a la opinión pública con un lenguaje, por lo general, harto confuso. Y es que aquí demasiados políticos y sus voceros, con escasa capacidad de gestión en el gremio de lo público, nos quieren vender «canapés de bacon con mousse de aceite de oliva a las finas hierbas», mientras los votantes de nuestras agrestes comarcas del interior intuyen que se les está ofreciendo «una rueta de cansalà viaeta amb all i oli». Palabrería vacía, puesto que cuanto interesa a la ciudadanía en comunidades no excesivamente grandes es la buena marcha y gestión de la cotidianeidad. Y es cuanto tienen presente al depositar su voto en la urna en unas elecciones locales a la sombra del Penyagolosa, en la Selva Negra o en la Tierras Altas de Escocia. Amigos y allegados del Riu Sec, la capacidad y buena gestión es Política con mayúscula en el ámbito local. Veamos, si no, la crónica de estos días que gira en torno a Ryyan Alshebl y a Miquel Ferrer.
Ryyan se convirtió estos días pasados en el alcalde de Ostelsheim, un pueblo de algo más de dos mil habitantes, en la montañosa Selva Negra alemana, a escasos quilómetros de Pforzheim y de Calw, dos ciudades históricamente emblemáticas. Pforzheim fue arrasada por la aviación aliada casi al finalizar la Segunda Guerra Mundial; miles de víctimas civiles en una ciudad que desde 1989 está hermanada con Gernika, arrasada por la Legión Cóndor de Hitler con el visto bueno de los golpistas del 18 de Julio de 1936. La luterana ciudad de Calw fue arrasada por las tropas imperiales católicas el siglo XVII, durante la Guerra de los 30 años o Guerra de Religión como la denominan por aquellos pagos. Ryyan con 29 años, el nuevo alcalde de Ostelsheim, nació en Siria en el seno de una familia perteneciente a la minoría religiosa de los drusos; huyendo de la barbarie bélica llegó en patera hace ocho años a la isla de Lesbos; aterrizó en Alemania acogiéndose a la mano solidaria que le tendió Ángela Merkel. Se integró, tiene doble nacionalidad, y hoy afirma: «Los votantes de Ostelsheim no tuvieron en cuenta mi origen, sino mi cualificación». Cercano ideológicamente a los Verdes, se presentó sin adscripción a partido alguno.
Trabajo y buena gestión
Miquel Ferrer, joven y adulto a un tiempo, sí estaba adscrito a Compromís y presentó su candidatura a la alcaldía de Xodos en 2019. Los resultados fueron 4 concejales para el PP y un único concejal de Compromís, Miquel. Al cabo de unos meses los vecinos del PP que detentaban la alcaldía le cedieron el mando a ese muchachote con capacidad y disponible --a pesar de que trabaja a turnos y está criando hijos-- para atender la gestión en su pueblo. Algunos en el PP del Riu Sec tacharon a los concejales del PP de Xodos de traidores, judas y felones. No fueron a más. El pasado 28 de mayo, la candidatura de Compromís, con Miquel a la cabeza, obtuvo 46 votos y los cinco concejales, el PP 28 votos y ningún concejal. Elecciones locales donde los números y el vecindario hablan de trabajo y buena gestión. Y entrañable resulta que entre los concejales que acompañan a Miquel haya algún vecino que antes andaba por donde la lista PP. No es transfuguismo, sino normalidad cívica, democrática y europea. Aquí y en la Selva Negra, el calidoscopio electoral nos ofrece color e imágenes simétricas.