La figura histórica del rey Salomón y aparece a la Biblia enmarcada por una idealización extraordinaria: es el rey más sabio de todos y también el más rico. La reina de Saba (1Re 10,1-7), habiendo oído hablar de la extraordinaria sabiduría de Salomón, vino a ponerlo a prueba con enigmas y comprobó que ¡ni la mitad me narraron! Pero ¿de dónde le viene? La primera Lectura de hoy nos da la clave: El Señor Dios en el santuario de Gabaón se apareció allí en sueños a Salomón y le dijo: Pídeme lo que deseas que te dé.
La respuesta del joven rey fue textualmente: Concede, pues, a tu siervo, un corazón atento. La expresión hebrea original habla de corazón para escuchar, porque efectivamente escuchar-escuchar se escucha con el corazón. ¿A quién hay que escuchar? ¿A Dios o a los hombres? ¡A los dos! Solo escuchando de corazón tanto a Dios como a los hombres se llega a poseer el don del discernimiento tan necesario para todo buen gobernante que de verdad quiera hacer justicia a su pueblo. La experiencia humana nos avisa de que la valoración de barato o caro sobre una inversión depende de la valoración del producto; no se tiene que mesurar solo lo que te gastas sino tener en cuenta lo que adquieres.
Vivir seriamente la opción cristiana en el seguimiento de Jesús y de su Evangelio no podemos vivirlas y testimoniarlas fielmente si no se acompañan del gozo vivido y testimoniado por la alegría de la identificación con Jesús de Nazaret. A la evidencia de las renuncias que a menudo nos vienen exigidas por la fidelidad al Evangelio hay que contraponer la experiencia del gozo por la comunión profunda con Jesucristo. Si el gozo por el encuentro con Jesús no es muy superior al coste del esfuerzo que esto comporta, querrá decir que en realidad la conexión con Jesús y su Reino no es plenamente auténtica todavía.
Tenemos que cultivar la espiritualidad de la alegría por el descubrimiento del tesoro inmenso de la fe cristiana..
*Administrador diocesà de Tortosa