Cuando el 23J leí los resultados electorales, pensé: al menos, mañana hablaremos de otras cosas. Pero no fue así… que si no se llegó a la mayoría absoluta, que si se repetirían las votaciones…
Seguí deshojando la margarita, pero como entiendo tan poco de política –de otras cosas tampoco mucho-- pensé en aquel proverbio latino de dura lex, sed lex. Y en estas estamos, como muchos otros españoles –que yo también lo soy y convencido, pese a mis entremezclados nombre propios y apellidos de dos nacionalidades distintas--. Y sigo leyendo noticias sin saber a ciencia cierta qué nos deparará este que deseamos sea inminente futuro. Mientras, escucho lo que dicen los medios, que, a veces, no son más que medios, no enteros, salvo excepciones.
Y oigo tantas cosas, opiniones más o menos interesadas, que me asalta la duda: ¿será cierto cuanto dicen tirios y troyanos? O, como decía nuestro cercano poeta, Campoamor (por su cercanía a nuestra ciudad en cierto momento histórico), «todas las cosas son según el color del cristal con que se miran?» o del interés subyacente.
Paciencia
Pero, como dice un familiar mío, radiólogo de profesión, emulando, tal vez a Neruda, «las palabras son como los rayos X, si se utilizan apropiadamente lo atraviesan todo». Atención a lo que se dice y más a lo que se haga. Poco importa, dice Krishnamurti, «el que hable. Lo que cuenta es la plena significación de lo que dice», pues, decimos nosotros, hay quienes tienen muchas palabras, pero no tienen palabra. ¿Entiende, lector? Lo oímos o vemos cada día, sobre todo en estos tiempos. Y es el tiempo, el que tiene la última palabra. Paciencia.
En estos últimos parlamentos hemos escuchado una sarta de datos y estadísticas, que, a muchos, nos era difícil seguir. («Hay mentiras --se atribuye la frase a Disraeli--, grandes mentiras y estadísticas». Tampoco es eso, pero algunas veces nos perdimos).
La que no olvido es la de Marx (Groucho, no el otro) cuando respondió al orador de turno con aquella frase: «La verdad, no sé lo que me quiere decir usted ni a dónde pretende llegar… pero me encanta esa pregunta. Por cierto, ¿me la puede repetir?». Los humoristas suelen ser gente muy seria.
Profesor