Esta semana, como si hubiésemos sacado a pasear el fantasma de los pasados veranos, pero que muchos veranos atrás, ha vuelto a la palestra el corredor mediterráneo a su paso por la provincia de Castellón. La delegada del Gobierno en la Comunitat lució los logros del Gobierno respecto a esta infraestructura clave para la sociedad castellonense y, especialmente, para el futuro de la industria provincial. Pero la realidad es que en estos cinco últimos años ha habido muy poquito que lucir, más allá de fotos y titulares aprovechando la llegada de turistas.
Íñigo de la Serna, ministro de Fomento con Rajoy, dio un verdadero impulso a esta infraestructura. En los casi dos años que estuvo al frente de las infraestructuras de España fue un creyente del Corredor a pesar de ser cántabro, pero todo el impulso que le dio a esta obra olvidada por casi todos los gobiernos anteriores, sin importar los colores políticos, ha ido perdiendo su inercia con Pedro Sánchez. Me da que el insigne presidente es más de viajar en avión.
Me importa un verdadero pimiento de quien sea la culpa de que sigamos esperando una infraestructura anunciada ahora para 2026, cuando el entonces ministro Ábalos anunciaba en 2018 que estaría finalizada en 2021. Lo que me importa de verdad es que hay que ser muy cortito de miras para no haber dado carácter de prioridad máxima a un Corredor por el que deberían circular la mitad de las exportaciones de este país si lo tuviésemos acabado.
Lo malo es que me da que, con la reducción de deuda a la que nos obliga a partir del año que viene la Unión Europea y con el buenismo electoralista que conlleva dispendios inasumibles por parte de Sánchez y sus socios, nos queda aún para rato.
*Periodista