El Periódico Mediterráneo

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Carlos Tosca

VIVIR ES SER OTRO

Carlos Tosca

Zombi

El foco no se pone nunca en el malo sino en el héroe, que muestra aristas, rincones oscuros

Me encantan las películas y las series de zombis. Esto no parece encajar con mi personalidad. Suelen gustarme poco las narrativas mayoritarias, mainstream, y el gusto por este subgénero dentro del terror lo entiendo como peculiar dentro de unos gustos bastante eclécticos y distintos a lo más habitual.

Supongo que todo viene del filme setentero Zombi de George A. Romero, que vi de pequeño y me marcó mucho. El otro día acabé Black Summer, la reciente serie también de esa temática. Me preguntaba por qué demonios (o muertos vivientes) me fascina este tipo de historias tan particulares. Hallé, creo, respuesta a mi cuestionamiento.

El cine de aventuras, de eso que los americanos llaman blockbuster, filmes normalmente de entretenimiento, de pasar un rato sin pensar demasiado y ya está, huye sistemáticamente de complicarnos la vida a los espectadores. Todo aparece muy masticado, para que te sientes en la sala de cine o en el sofá de casa, tomes palomitas y te dediques durante hora y media a disfrutar del espectáculo. Explosiones llamativas, saltos rocambolescos, persecuciones imposibles… Ya saben ustedes, nada de tramas demasiado elaboradas, psicologías profundas, evolución de los personajes, poner de manifiesto ciertas ambigüedades o de responder a las grandes preguntas de la humanidad.

Sin embargo, el cine de zombis tiene algo que me fascina. Yo creo que es el hecho de que los malos son malos porque sí, porque, pobrecitos ellos, son muertos vivientes que solo quieren atacar a los humanos vivos. Nada más, no disponen de más cerebro que el instinto que les lleva a buscar una difusa supervivencia. En ningún momento les puedes exigir justificación hacia sus acciones. Son malos, malísimos, y punto. En otras películas, de superhéroes por ejemplo, yo siempre acabo planteándome por qué son así los malos, y los buenos, cómo es que no tienen ni pizca de mala baba. Incluso cuando la película va de justificar al villano, o cuando se le dota de una determinada personalidad maligna por algún motivo razonable, no dejo de preguntarme si están exagerando, si podía haber tomado otro camino o, por qué tiene que haber esa conexión tan evidente entre el mal y un pasado tormentoso. Con los zombis esto no ocurre y nadie lo echa en falta; ni siquiera cabe preguntarse la razón de su maldad. Punto. Eso me tranquiliza porque, aceptando la existencia imposible de esos bichos, todo lo demás es de una coherencia extrema.

Identificarse con los buenos

Miremos al otro lado, a los buenos. En las películas comerciales no hay demasiada historia al respecto: el director, el guionista, los productores… tienen como objetivo que nos identifiquemos con ellos. Se entiende que la bondad es natural y la película trata de que empaticemos con los héroes. Que el bien triunfe sobre el mal. ¿Y qué pasa en las pelis de zombis? Que inequívocamente llega un momento en el que los buenos, algunos de ellos cuanto menos, tienen un comportamiento contrario al esperado. Por pura supervivencia cometen acciones malvadas. Esto qué pocas veces se da en el resto de películas facilonas y con espíritu de diversión. El que los buenos, los vivos, tengan que tomar decisiones difíciles, se sometan a problemas de índole ética, me encanta.

En definitiva, que los buenos acaban siendo un poco malos. Así se les dota de un tono gris a su manera de ser. Como ocurre en la realidad. Aquí el foco no se pone nunca en el malo sino en el bueno. El héroe acaba mostrando aristas, rincones oscuros. A veces se ve obligado a cometer alguna maldad para seguir vivo y no volverse malvado. Precioso contrasentido.

Editor de La Pajarita Roja

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