Se suele afirmar que, tras un cambio de gobierno, ya sea local, provincial, autonómico o nacional hay que otorgar cien días, poco más de tres meses, al nuevo ejecutivo antes de empezar a criticarlo. No crean, queridos lectores, por mucho que así se nos haya vendido, que se trata de una medida de gracia. Es una medida de inteligencia política. Si el equipo que dirigía una determinada ciudad, por ejemplo, se dedica a criticar a los nuevos gestores antes de que estos hayan tenido tiempo de meterle mano al asunto corre el riesgo de denostar su propia gestión. Y eso es exactamente lo que le ha sucedido al PSPV de Castellón esta misma semana.
Desde las filas socialistas de la capital de la Plana se ha criticado con asombrosa firmeza la inseguridad del entorno de la estación de ferrocarril. Bien. No hay mucho que enmendar a lo que dicen. La estación es un foco constante de conflictividad. Lleva siéndolo varios años. Que la oposición socialista haga estas críticas apenas tres meses después de perder el poder es desternillante. Quienes tuvieron la responsabilidad de evitar estos conflictos durante ocho años y apenas lograron resultados critican ahora que tras tres meses todo siga igual. Sería para reír hasta quedarse sin aire si no fuera un chiste de mal gusto. Con estas críticas, la oposición se está enmendado la plana a sí misma. Criticando la falta de seguridad de determinadas zonas de la ciudad, o de limpieza, o de lo que sea, sin esperar ni tan siquiera un tiempo prudencial, lo que hacen es criticar su propia gestión. Un buen trabajo desarrollado durante dos legislaturas seguidas hubiera erradicado los problemas.
Esta situación se da, como tantas otras, por la absoluta bisoñez de nuestros políticos. Atrás, muy atrás, quedaron los tiempos en los que, además de unos conocimientos académicos reglados, nuestros representantes públicos demostraban poseer ciertas habilidades (amén de sentido común). Hoy, el más tonto de la clase cree saber arreglar relojes, y así nos luce el pelo. Todo tiempo pasado no fue mejor, pero los tiempos que nos toca vivir dejan mucho que desear.
*Escritor