Querid@ lector/a, confieso religiosamente pero sin conciencia haber cometido pecado y, en consecuencia, sin dolor del arrepentimiento, que últimamente no sé muy bien de qué escribir. Opinión que expreso porque seguir hablando de la investidura de Feijóo resulta cosa improductiva por ser, de momento, un proceso político de antemano fallido (falta de votos), contradictorio, repetitivo, aburrido, excesivamente trillado… Pero al tiempo, y debido a la importancia del asunto, como es la elección de cualquier presidente de un país europeo en un momento y en un mundo tan complejo y difícil, es evidente que resulta casi imposible alejarse de la cotidiana crónica política.
Desatino
Pero lo peor, si cabe, es que en medio de este desatino no aparecen propuestas de gobierno que ayuden a solucionar las necesidades de las gentes y tierras de España. Solo se habla de ocupar y controlar el poder político, las instituciones de la democracia, a cambio (y por lo que se ha visto en las autonomías) de lo que sea. Tan cierto lo que digo, que una señora diputada que tiene poco de roja y nada de izquierdas como Cayetana Álvarez de Toledo, marquesa de Casa Fuerte, en uno de sus ejercicios de sinceridad, da a entender y denuncia el hecho de que en las palabras y en los hechos de Feijóo y su grupo dirigente, el PP no expresa, ni manifiesta… ninguna guía coherente a seguir. Más bien al contrario, solo parece que con el poder como objetivo único, sus comportamientos son propios de saltimbanquis.
Por cierto, por si faltaba coherencia aparece el otro, Aznar. Este, que por necesidad de investidura y de posibilidad de gobernar hablaba catalán en la intimidad, euskera (imagino) después de una buena cena y unas copichuelas, llamó a la ETA «ejercito de liberación» y acercó multitud de presos a Euskadi intentando buscar la gloria personal del fin del terrorismo, ahora para conseguir la presidencia para Feijóo apela a una movilización social nacional que suena a insurrección.
Todos atentos, la patria nos reclama.
Analista político
