En cualquier provincia o país en la que la industria aportase casi un tercio de su producción económica y de su empleo, se cuidaría a sus empresas como si fuesen oro en paño. No hay duda. Y, sin embargo, pese a que en esta provincia sí somos conscientes de su importancia, en este país se pasan a industria y sector cerámico por el arco del triunfo.
Este mismo jueves, en la Gala del Empresario del Año que organizó Mediterráneo, casi todos se acordaron de la importancia de la industria cerámica, que lleva ya dos años aguantando unos temporales encadenados más desestabilizantes que el que ha asolado esta semana Burriana.
Miles de empleos
Y ahí sigue en pie, aguantando contra viento y marea completamente a solas. Porque ni Castellón ni la Comunitat Valenciana tienen capacidad económica, ni recursos fiscales, suficientes para ayudar a un sector industrial que es un transatlántico con tanta inercia que apenas podría desviar ni un poquito de su rumbo. En la gala empresarial era imposible que los protagonistas, y los no tanto, no se acordasen de la importancia y el peso del azulejo en nuestro sistema de bienestar. Por eso no es de recibo que habiendo pasado ya por las elecciones locales, autonómicas y generales, ni Dios, o casi ni Dios, se acuerde de la cerámica y las decenas de miles de empleos que garantizan la economía y la cohesión social en esta provincia, en esta comunidad y en este país.
Deberíamos ser capaces de hacer nuestros votos y nuestros escaños para forzar a un futuro Gobierno a que, además de cuidar como socios privilegiados a algunos partidos con ambiciones separatistas de otras autonomías, cuiden a la industria de esta provincia como se merece. El problema es que en Madrid no le importa a casi nadie.
Periodista