No sé si el título es correcto, pero el contenido puede servir para reflexionar un poco, cosa, por otra parte, escasamente común entre los mortales. Recuerdo --y lo repito más de una vez-- aquello que se cuenta de una conversación, harto conocida, que mantuvo Rafael, el Gallo, el torero de moda en la época, con Ortega y Gasset.
Un amigo de ambos --otros dicen que un guía-- los presentó. Al término de la conversación, el Gallo le preguntó a su amigo, quién era aquel gachó con pinta de estudiao, que le había presentado, a lo que su interlocutor respondió: «Es don José Ortega y Gasset; es filósofo. ¿Filo qué…? Filósofo», recalcó el aludido. Pero, «¿de qué vive, a qué se dedica?», insistió el torero. «Se dedica a pensar», le contestó. Y, perplejo, el Gallo respondió con aquella frase castiza, andaluza, ya célebre: «Hay gente p’ató». ¿Cómo se podía vivir de pensar…? Para él, su mundo eran los toros. Y poco más había que pensar.
Un día único
Esto es pura anécdota, pero para pensar. Hay muchas otras en la vida u ocurrencias, como se las quiera llamar. Ayer observaba desde la atalaya de mi terracita, cómo chicos y chicas, con cara de aburridos, conversaban con sus respectivos móviles. Es otro de los trastornos de nuestros días: se está perdiendo la interlocución personal. A lo lejos escuché decirle uno a otro: «¡Es que todos los días son iguales! Esto es muy aburrido». Y pensé, instintivamente, en uno de mis filósofos preferidos: Heraclito (ahora sin acento, dicen) de Éfeso, el Oscuro, para más señas, quien decía aquello de que «nadie se baña dos veces en el mismo río». Cada día es un día diferente al pasado y al siguiente: un día original, único. Cada vez que uno se zambulle en el agua heraclítea, sale distinto. Ha envejecido él y, al menos, el agua. La vida, aun siendo la misma, cambia cada día. Deshojemos el almanaque y, al menos gráficamente, lo constataremos.
Vemos todo con los mismos ojos, pero también hemos de tenerlo en cuenta: nuestros ojos son cada día distintos. Veamos la cotidianidad de las cosas en su prístina originalidad. Cosa nada fácil, pero alcanzable.
Tenía la pregunta de el Gallo mucha más enjundia de la que aparenta, pero sin pensar en que no solo de pan vive el hombre, sino también de la ilusión que pongamos. La tecnología es buena, si su uso es bueno. Igual que lo demás de la vida. Amén.
Profesor