Vuelve, a casa, vuelve

Sabroso, vecinos del Riu Sec, era y es aquel turrón elaborado en las comarcas sureñas del País Valenciano. Duro y apropiado para una dentadura joven, y blando para quienes los años empujaron a utilizar dientes postizos o una boca desdentada. Desde hace muchas décadas degustamos los tradicionales turrones alicantinos en las anchas tierras peninsulares y, por ende, también donde el Penyagolosa prolonga sus alargadas sombras invernales. Podríamos indicar incluso que, llegada la Navidad, el consumo de las exquisiteces de nuestras comarcas sureñas se convierte en elemento de cohesión entre las naciones, nacionalidades, regiones históricas y pueblos, que se dibujan en este apéndice occidental de Europa.

También y desde hace un par de generaciones, nos hemos familiarizado con la exquisita publicidad que las empresas productoras realizan durante el Adviento. Casi todos consideramos casi nuestro el sonsonete de Vuelve, a casa, vuelve acompañado de imágenes que son reencuentros afectivos en Nochebuena y Navidad. Una loable publicidad que se halla a distancia sideral de la publicidad que aparece con frecuencia en vallas públicas y callejeras de la capital del Riu Sec. Aquí, y bien lo saben ustedes, se pueden tropezar ustedes con la tontería institucional y municipal unas veces en forma del eslogan Castelló és Nadal, o como prefieren quienes pagan esas tonterías institucionales Castellón es Navidad. El eslogan valdría también durante la canícula si rezara Castelló és la Mare de Déu d’Agost i Sant Roc. Y sería la sensatez cívica, social y política en la gestión municipal, si en las vallas publicitarias pudiésemos leer y con letras grandes Castelló sense clots als carrers i sense racons bruts per Nadal i tot l’any. No es el caso, lamentablemente, junto a las humildes márgenes de nuestro cauce seco.

Claro que, a veces, se encuentra uno con anuncios publicitarios que atentan contra el decoro y el buen gusto. Y no es propaganda institucional sino privada. Porque en una zona concurrida y muy transitada de la provincial capital castellonense, se puede observar el reclamo del negocio basado en artilugios sexuales con los cuales se alcanza con rapidez un contento orgásmico. Aún más lamentable. El vecino que pasea por donde la rumbosa valla, por lo general, no viene a caer en la cuenta de que hay que imponer censuras, sino más bien la norma del buen gusto. Esa acertada norma navideña y exquisita que acompaña la publicidad de nuestros turrones alicantinos, Vuelve, a casa, vuelve.

Porque, en estas tierras hispanas, sobran prohibiciones, y se carece en más de una ocasión de sensatez y sentido común. Sin ir más lejos, vecinos, estos días prenavideños la Extrema Derecha de Vox y la derecha extrema que habita en el PP han prohibido festivales en Huesca que tenían lugar desde hace varias décadas. Y han eliminado una determinada representación teatral en un pueblo manchego, aduciendo que los actores aparecían sobre el escenario en calzoncillos, sin que la obra tuviera carácter erótico alguno. Y la lista de prohibiciones puntuales se suceden aquí y allá por parte de los políticos del tándem mencionado, quienes, en coaliciones municipales o no, vienen a ser uno y lo mismo: «figues del mateix paner» que dirían nuestros abuelos. Unos abuelos, cuyos valores sociales y familiares, quedan reflejados en el anuncio de los turrones alicantinos: volver a casa por Navidad. H