Las Cuarenta

También hay que saber ganar

Fue el Antequera el mejor equipo que ha pasado esta temporada por Castalia, incluso por encima del Osasuna de Primera División en la Copa

Los jugadores del Castellón celebran el 1-0 a los 31 segundos en Castalia.

Los jugadores del Castellón celebran el 1-0 a los 31 segundos en Castalia. / Kmy Ros

Pepe Beltrán

Pepe Beltrán

Aunque al concluir la temporada solo quedará el 4-1 en la memoria y en la clasificación, hasta entonces faltan demasiados partidos y no estamos en condiciones de despreciar las enseñanzas derivadas del partido del domingo. Fue el Antequera el mejor equipo que ha pasado esta temporada por Castalia, incluso por encima del Osasuna de Primera División en la Copa. Ambicioso, atrevido, descarado, temerario... la lista de calificativos podría prolongarse hasta el infinito, y hasta ahí podrían estar corriendo sus jugadores porque su capacidad física fue extraordinaria, tanto que suyo fue el centro del campo durante muchos minutos y de ahí las incontables ocasiones que no cristalizaron en un marcador más propio del tenis y convirtieron a Gonzalo Crettaz y Manu Sánchez en los dos protagonistas del duelo, uno parando y otro goleando. Solo ahí radicó la diferencia entre uno y otro equipo.

El marcador cobrado tampoco puede decirse que fuera un premio desmedido para los méritos locales, pues que en nuestro currículo figura esa extraordinaria resolutividad, más de tres goles a favor de promedio en casa. Pero, ciertamente, el conjunto malagueño no merecía tanto castigo. Su desolación era, pues, justificada. Qué más podían haber hecho para puntuar, o ganado incluso. Nada. Tan solo equivocaron el rival.

Tampoco me gusta hablar de la suerte del campeón, porque ni lo somos todavía ni es verdad que ese fuera el único argumento de la victoria. Digo que si no llegas no chutas, y si no rematas nunca habrá goles. Y eso nadie se lo puede cuestionar a este Castellón ni al estilo que ha sabido conferirle Dick Schreuder. Porque, aunque el marcador ya estaba encarrilado, obstinaciones tácticas al margen --como jugar con dos pivotes en el centro y renunciar al juego de toque y rapidez que le confiere Calavera; o el rendimiento individual que, en el caso de Moyita, mereció antes el relevo--, fue con los cambios cuando el equipo albinegro se pareció más a sí mismo, aunque solo pudiera anotar un gol más. Pero eso ya es fútbol y, la subjetividad de esta opinión --o incluso la de toda la grada-- para nada empaña el mérito del entrenador.

Mas no niego que espero el reconocimiento de los pecados y el propósito de enmienda antes de que el calendario nos aplique la correspondiente penitencia. Mientras la experiencia negativa del domingo sirva para mantener la tensión y afrontar el resto del campeonato con el máximo nivel de exigencia, bienvenido sea ese baño que nos dio el Antequera en muchos momentos. Porque no podemos fiarlo todo al hecho, positivo, de que el Ibiza tenga que visitar Castalia. Hay que llegar a ese día con al menos cuatro puntos de ventaja en la clasificación.

Así que celebremos el triunfo y no tanto el modo en que se produjo. Ni todos los rivales serán tan valientes y cualificados como el del domingo pasado, ni nosotros tenemos que repetir los errores de planteamiento y concentración. Si sabemos reconocerlo, si sabemos ganar, el partido habrá ofrecido beneficios por encima de los tres puntos.

Adiós, Paco

El amigo y compañero Paco Mariscal no tenía ni idea de fútbol, pero quería estar al día de todo por si alguna vez le apetecía escribir al respecto. De hecho, se jactaba ante sus nietos y sus amigos cuando le llamó Vicente del Bosque para agradecerle que reclamara el nombre de una calle para el ex seleccionador y ex albinegro. Cuando a mi maestro le gustaba mucho una de mis soflamas semanales me llamaba, se reía con mis filias y fobias y hasta preguntaba por alguno de los señalados. Cuando no le convencía prefería no decirme nada. Ahora que no me llamará nunca todavía me jode más. 

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