Opinión | EL TURNO

Dar trigo

Dice nuestro refranero: que una cosa es predicar y otra dar trigo. Frente a los falsos predicadores, nosotros siempre estamos en dar trigo. La capital de la Plana Baixa está de enhorabuena, ha conseguido en menos de un año declarar Fiesta de Interés Turístico Autonómico sus Fallas, sus Cruces de Mayo y la Font del Vi. Además, la Batalla de Flores ha conseguido el mismo título a nivel provincial. Estoy satisfecho porque significa el reconocimiento a la labor de nuestros más de 3.400 falleros. Una cantidad importante de ciudadanos que están vinculados con alguna de las 18 comisiones. Casi 100 años de historia de Fallas, que nos sitúan entre los 10 municipios con más comisiones falleras censadas de la Comunitat.

Todas nuestras fiestas suben de nivel. Así, la Generalitat reconoce el valor de las Cruces de Mayo como un acontecimiento de especial relevancia desde el punto de vista turístico, y que pone en valor la cultura y las tradiciones populares. El origen habría que buscarlo en un momento en el que los falleros, afamados por las ganas de innovar, quisieron hacer una aportación a Burriana y decidieron plantar cruces florales. Unas fiestas desconocidas para los foráneos, que inundan las calles de un precioso colorido en el que el clavel es el gran protagonista. Burriana se transforma en un gigantesco jardín adornado por las maravillosas cruces que no os podéis perder.

Fuente de riqueza

También ensalza la Font del Vi. Una tradición cuyo origen se remonta al 1854, como forma de obsequiar a forasteros y complacer a vecinos, en una época donde la producción vinícola se convirtió en la principal fuente de riqueza, debido a la prohibición de la cosecha de arroz por las enfermedades que producía el agua estancada en su cultivo. Unas fiestas en honor al patrón que, año tras año, congrega a miles de personas en los alrededores de la ermita de Sant Blai. Llenan sus vasos del vino de la fuente coronada con el escudo de Burriana y disfrutan de un almuerzo popular.

Más recientemente, ha llegado el reconocimiento a la Batalla de Flores. Con orígenes en el siglo XIX, tiene sus singularidades, y aunque la parte más conocida sean los quilos de confeti que colman de color la ciudad, la verdadera distinción reside en sus carrozas, elaboradas con la técnica del paperet. Una laboriosa y manual tradición que da forma a cada paperet de seda de colores, pegándolo uno a uno cuidadosamente en las carrozas. Mientras otros dicen ser los únicos defensores de las tradiciones, trabajamos en el reconocimiento que impulsa lo que nos identifica como pueblo para hacer más grandes nuestras fiestas.

Alcalde de Burriana

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