Opinión | LA VENTANA DE LA UJI

Hacia una ciencia sin barreras

Imaginemos que un grupo de investigación hace un descubrimiento que permite curar una enfermedad, alcanza una mejora tecnológica radicalmente transformadora, logra resolver un enigma del pasado o desarrolla un modelo de urbanización responsable medioambientalmente. En el modelo de comunicación científica tradicional, el trabajo se publicaría en una revista y solo aquellos que pagaran la suscripción podrían leerlo. ¿No sería mejor que se pudieran compartir esos avances inmediatamente con la sociedad?

El movimiento del acceso abierto plantea precisamente la urgencia de compartir los resultados de las investigaciones financiadas con fondos públicos, así como los datos utilizados, de manera que la ciudadanía pueda consultarlos sin más restricciones que contar con acceso a internet, sin coste económico alguno. Con esta finalidad se publicó en España en 2023 la Estrategia Nacional de Ciencia Abierta (ENCA) que tiene como propósito impulsar el acceso abierto. Con anterioridad, La Ley 14/2011 ya establecía el compromiso con la difusión en abierto del conocimiento científico, compromiso ampliado posteriormente con la Ley 17/2022.

Los argumentos a favor del acceso abierto son múltiples. Para la comunidad investigadora es fundamental, dado que otorga mayor visibilidad y notoriedad al trabajo desarrollado. Universidades e investigadores pueden mejorar la transferencia de sus resultados, evitar duplicaciones en sus investigaciones y compartir y acelerar sus avances. Por su parte, el acceso abierto permite a la sociedad tener acceso a los resultados de investigación, confiar en sus instituciones académicas y aprender de los avances científicos. Asimismo, el acceso abierto promueve la igualdad de oportunidades al eliminar la necesidad de grandes inversiones para pagar las suscripciones a revistas académicas.

Convertir el ideal en práctica

Si bien hay pocas dudas sobre la relevancia del acceso abierto, más complejo es convertir este ideal en una práctica generalizada y sostenible en el tiempo. Esta forma de publicación científica ha hecho que las grandes editoriales comerciales dejen progresivamente de ofrecer los modelos de suscripción y modifiquen su modelo de negocio: los autores (y mayoritariamente sus instituciones) asumen el pago de una tasa por publicar en abierto (esto se denomina APC: Article Processing Charge). Esta ruta del acceso abierto, conocida como dorada, tiene el inconveniente de los elevados costes que exigen a los autores y que están generando debates en la comunidad académica (las cantidades, aunque varían, van en aumento y no suele ser extraño pagar alrededor de 3.000 euros por un artículo).

Por otro lado, una serie de revistas vinculadas a universidades y asociaciones académicas promueven el acceso abierto, en este caso sin cobrar a los autores, al contar con fondos públicos con los que se sufragan. En este caso, estamos ante lo que se conoce como la ruta diamante del acceso abierto. Estas revistas están especialmente presentes en el campo de las ciencias sociales y humanidades, aunque sufren en general cierta falta de recursos y están en desigualdad con respecto a las editoriales comerciales. La Universitat Jaume I ha logrado consolidar 10 revistas de esta ruta, todas ellas con el sello de calidad de la FECYT. Estas publicaciones han fortalecido sus proyectos mejorando sus indicadores de calidad y fomentando a su vez un modelo de acceso abierto sostenible en costes.

Por último, nos referiremos a una de las herramientas clave del acceso abierto, conocida como la ruta verde: los repositorios institucionales. Estos espacios virtuales permiten a las universidades depositar copias de sus publicaciones científicas y académicas, de esta manera se crea una base de datos organizada que garantiza la preservación y difusión en abierto de la producción científica de la institución. Desde 2009, la UJI mantiene un repositorio donde profesores e investigadores depositan copias de sus publicaciones con el objetivo de hacerlas accesibles para toda la sociedad, reflejando nuestro compromiso con las políticas de acceso abierto. Asimismo, la UJI acaba de aprobar un plan de acción propio con el pretende seguir impulsando este trascendental objetivo de la ciencia abierta para el periodo 2024-2027.

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