Opinión | BABOR Y ESTRIBOR

Los Lamborghinis

Tras el largo periplo vacacional (Islandia, Lanzarote y Andorra) Pedro Sánchez no ha defraudado inaugurando el inicio de temporada, con el espectáculo del miércoles en la sede del Instituto Cervantes, en Madrid.

La escenografía del evento, que reunió a un rebaño de incondicionales, estuvo milimétricamente cuidada, siendo el culmen la aparición de la estrella en un paseíllo hasta el escenario que ni Curro Romero en sus días de gloria. Ya metido en la vis cómica, exhibiendo la sonrisa satisfecha del jefe que percibe rendida pleitesía, la estrella del celuloide político soltó una homilía para devotos, aunque, sin embargo, iba dirigida al conjunto de sufridos contribuyentes. De todo cuanto dijo, siempre con impostada sonrisa y luciendo la sempiterna imagen de producto de cosmética gracias al tinte y los mágicos cuidados de Magdalen, la esteticién personal, quedó una frase brillante: «Más transporte público y menos Lamborghinis». Una colega de Milán no acaba de creerse el eco de las palabras de Sánchez y comenta entre risas la publicidad que está suponiendo para la marca del toro, fundada por el entonces fabricante de tractores Ferruccio Lamborghini y ahora propiedad de Volkswagen.

El cómico de La Moncloa ha creado un eslogan a la altura del más bananero de los populismos. Ese mismo día, la ministra Montero tomó el pelo al conjunto de españoles durante su lamentable comparecencia en el Senado, a propósito del concierto catalán, empleando la más trolera palabrería para seguir escondiendo la verdad. Y Sánchez asegura tres años de show.

Periodista y escritor

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