Opinión | El desliz

Pilar Garcés

Los referentes de los menores y la Fiscalía

Los progenitores, abuelos o hermanos mayores han abdicado de este papel y por eso los chavales los buscan en las redes sociales

Los referentes de los menores y la Fiscalía.

Los referentes de los menores y la Fiscalía. / Elisa Martínez

Hay un gran tipo haciendo muy bien su trabajo e igual no sabe lo mucho que cala: Pep, el policía. Este agente (tal vez tiene otros compañeros en su mismo cometido) recorre los colegios de Palma de Mallorca ofreciendo información a los niños de Primaria. "Me ha dicho Pep el policía que me tengo que abrochar siempre el cinturón de seguridad". "Dice Pep que solo hay que cruzar por los pasos de peatones, bajarse de la bici en las aceras y que no pueden ir dos en un patinete". Como los contenidos de sus charlas evolucionan con la edad, llega mi hija en plan ‘paren rotativas’: "Nos ha contado Pep que nunca hay que hablar con desconocidos por las redes sociales y tampoco hacernos vídeos ni mandar fotos, y que una chica quedó con uno pensando que era de catorce años y resulta que era un mayor que la quiso meter en un coche...". "Eso mismo te he dicho yo millones de veces y por eso no te quiero comprar un móvil", le respondo. "Ya, pero tú no eres policía y no tienes ni idea", refuta. Me ha venido a la cabeza esta escena al escuchar por la radio al fiscal superior de Balears Julio Cano presentar los datos anuales del ministerio público en las islas, y alertar del alarmante incremento de las conductas de riesgo de los menores vía internet (se han disparado los casos de sexting, el intercambio de archivos comprometidos, y los delitos sexuales contra la infancia). Cano resaltó la "falta de referentes" como una de las causas de esta situación, pues, según dijo, los progenitores, abuelos o hermanos mayores han abdicado de este papel y por eso los chavales los buscan en las redes sociales. Acabáramos. Tendremos que esforzarnos por ser mejores padres y madres.

Los críos buscan en el mundo virtual y en demasiadas ocasiones se topan con delincuentes mayores de edad a quien se puede y se debe perseguir sin desmayo con la ley en la mano. Otras veces el peligro es más analógico que digital. Hace unos días tuvimos que digerir la última noticia sobre una red que captaba chicas de entre 14 y 17 años en colegios y discotecas de Murcia y se las ofrecía a empresarios y abogados para su explotación sexual. Pues bien, pese a que estos depredadores, que buscaban en un catálogo crías "jóvenes y nuevas" para violarlas, se enfrentaban a entre 24 y 56 años de cárcel, se han acabado yendo de rositas a cuentas de un pacto con la Fiscalía. Les han rebajado la pena a cinco meses atendiendo, entre otras consideraciones, a la dilación indebida del proceso judicial durante una década. La investigación de la Policía que culminó con trece detenidos se inició cuando una madre, ella sí un "referente", denunció que su hija disponía de dinero sin ingresos conocidos. Otra progenitora relató a la prensa que la suya, reclutada por una compañera de clase, le decía que iba a hacer de canguro. El acuerdo de la Fiscalía le pilló por sorpresa, pues estas conformidades no han de ser comunicadas a las víctimas, y le va a suponer a su niña una indemnización económica tan ridícula como lo que le pagaron por su virginidad. Como no soy abogada, no tengo ni idea de por qué proliferan estos pactos que nos escandalizan día sí, día también, en casos de abusos a menores, pornografía infantil y pederastia. No parecen "referentes" de ninguna clase de Justicia, ni resultan disuasorios. Así que menos sociología y más condenas. Tendrán que esforzarse, ellos también, por ser mejores fiscales.

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