Opinión | LA FIRMA DEL DIRECTOR

Castellón

In memoriam

Decía Cicerón que cultivar la memoria es tan necesario como los alimentos para el cuerpo. Y esta frase de hace más de dos mil años, esculpida en el recuerdo en aquellas clases de Filosofía en el colegio de los frailes, ha cobrado especial relevancia en esta semana, con la despedida de dos iconos del deporte, como han sido Iniesta y Nadal. Poco más que añadir al enjambre de testimonios vertidos sobre dos grandes que alteraron tantas emociones como vivencias frente al televisor.

Pero más allá de estas rememoraciones, ha ocupado estos días nuestra atención las rémoras de una caterva de episodios que nos helaron el alma a quienes pensamos que las armas solo se silencian con el paso de las togas. Así lo diría aquel orador romano, víctima de esa misma violencia que trató de esquivar. Conocer, como hemos conocido, la disfrazada absolución temporal a un grupo de terroristas nos trae a la memoria ese silencio espectral vivido en un centro comercial a las 16.00 horas de un 13 de julio. El fatal desenlace de un ultimátum que dejó una Ermua herida. Esta semana, la memoria nos ha alimentado nuevos deseos de justicia frente al cálculo político. Y aquí no hay lugar posible para la virtud.

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