Opinión | VIVIR ES SER OTRO
Friki o friki
Hacia 2008, la RAE incluyó la palabra «friki» en el diccionario. Creo que en esta ocasión la institución que vela por el español metió la gamba. Le otorgó dos acepciones coloquiales: «Persona pintoresca y extravagante» y «persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición».
Friki viene del inglés freak que significa, según la universidad de Oxford, para mi sorpresa, exactamente lo mismo que en castellano, con sus dos mencionados significados (aparte de alguno más). Vaya, estaba convencido de que, como sustantivo, procedía de la decimonónica acepción del término que se refiere a las personas con anomalías o malformaciones físicas, a quienes se denominaban «monstruos de feria» a principios del siglo pasado, y que, por tanto, solo se refería a la gente, digamos, peculiar. Pero veo que no, que se ha tomado el término tal cual, sin diferenciar al pintoresco del desmesurado, al extravagante del obsesivo. Disiento. Son, a mi parecer, términos que designan actitudes vitales distintas. Incluso veo un problema añadido: la denominación de quienes aglutinan ambas acepciones.
Tomemos la palabra referida a aquellos que adoptan una actitud excesiva. Esta definición implica que uno puede ser un friki de aquello que gusta a las masas. Los hay, por tanto, del FC Barcelona, de las pipas de girasol o de Juego de tronos, Star Wars, El señor de los anillos… Gente a la que estas cosas les agradan sobremanera y son capaces de nombrar al tercer portero del Barça en 1971, decirte todas las variantes de pipas existentes o nombrar de carrerilla a los elfos que aparecen en los libros de Tolkien (y en la película, en la serie, en el cómic…). Son aficiones que pueden ser muy populares, sobre aquello que los americanos llaman mainstream, llevadas a la exageración, en algunas ocasiones al absurdo. Luego están, o estamos, los otros, aquellos que tenemos aficiones minoritarias, los que nos gustan cosas que son nicho dentro del nicho. Vamos, que somos cuatro gatos (a veces solo tres) los iniciados. Ya he hablado alguna vez de mi pasión por los wargames. Esto me otorga la insignia de friki del primer tipo, de lo raro. Para que vean los pocos fans al tema les diré que en esta provincia debemos ser… Difícil calcularlo: en el grupo de Telegram somos seis miembros (y dos de ellos ya no viven aquí). Alguno más habrá, seguro, pero dudo que lleguemos al medio centenar en toda la provincia. Dentro de este segmento los hay frikis en el doble sentido de la palabra, que además de tener un gusto inusual, lo practican con fruición y sin mesura. Podríamos decir que estos serían frikis dobles, frikis al cuadrado, o algo así. Puro arrebato por lo extraño.
Yo solo llamaría friki al aficionado a lo poco habitual. Al otro le vendría bien el término de flipao, el que se ha usado toda la vida.
No tiene mucho que ver, pero esta columna me recuerda a Michael Robinson y a cuando llamaba a las faltas por el término inglés: free kick, tiro libre, que dicho rápido y bien en su idioma parece que el futbolista vaya a lanzar un friki, un frikik. Que no nos dé en los morros el balón.
Editor de La Pajarita Roja
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