Opinión | Carta del obispo

Oración con los jóvenes

Quien cree sinceramente en Dios se comunica con él. La oración es la expresión de la fe, su aliento y su alimento. Cuando la fe entra en crisis, entra también en crisis la oración. Hoy existe una grave crisis de oración en el conjunto del pueblo cristiano. Pero sería una equivocación hablar sólo de crisis de oración. Más aún. En estos momentos, lo que se percibe en no pocos es su necesidad y el deseo de avivarla. 

También entre los jóvenes. Muchos jóvenes, si son acompañados con atención , muestran un interés sorprendente por la oración. Así lo muestran las vigilias diocesanas con los jóvenes y otros encuentros de oración. Nuestra época no es menos propicia que otras para que los jóvenes eleven su corazón hacia Dios. Necesitan que se les ayude a encontrarse con Cristo vivo para que la oración pueda brotar de nuevo en su corazón. 

Cuando un joven descubre que Cristo le ama y dio su vida para salvarle, cuando un joven experimenta que Jesús está vivo y a su lado siempre, para iluminarle, fortalecerle y liberarle, le abre su corazón. Cuando un joven escucha a Jesús vivo que le ofrece su amistad inquebrantable, algo acontece en su vida que le lleva a entrar en su amistad. La oración es expresión y fuente de la amistad con Dios en su Hijo, Jesús. Orar es amar a Dios y sabernos amados por él en su Hijo.

Esta oración de amistad no es algo complicado. Según santa Teresa de Jesús, está al alcance de todos. «No todos son hábiles para pensar; todos lo son para amar». Esta oración se hace con el corazón. Lo importante es aprender a mirar a Jesús con amor y sabernos mirados por Él con una mirada de amigo. La oración con los jóvenes se hace desde la Palabra de Dios y desde la vida del joven, tocando sus dudas e interrogantes, sus afectos, sus miedos y deseos.

Es inevitable que la oración con los jóvenes tenga aspectos de carácter vocacional. Ayudar a los jóvenes a orar significa ayudarles a soñar, buscar, discernir y acoger el propio futuro con el Señor. Es importante suscitar este diálogo vocacional en su corazón, alegrándose por el paso del Señor que llama.

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