Opinión | EL TURNO
El ave fénix
Cada noviembre, Burriana se tiñe de esperanza, como un lienzo que espera ser llenado de fuego, de luz y de color. La proclamación y exaltación de las Reinas Falleras, Claudia Sabater y Valeria Cuadros, marca el primer destello de ese resurgir anual que transforma nuestra ciudad en un poema de vida. Las Fallas son el latido del pueblo, el pulso que se renueva sin cesar, un ritual en el que lo efímero se convierte en eterno.
Como el ave fénix, que se alza majestuoso desde las cenizas, las Fallas renacen con un vigor inquebrantable. El fuego que las consume no es final, sino preludio; no es destrucción, sino el germen de un nuevo esplendor. Cada chispa es una promesa, cada llama una afirmación de que la tradición vive, respira y sigue adelante, alimentada por el arte, el esfuerzo y la pasión de una comunidad que nunca olvida quién es.
Sus calles repletas de gente refuerzan el hecho de que Burriana es un referente en el mundo fallero de la Comunitat Valenciana, con la presencia de las máximas representantes de las tres capitales de provincia, así como el resto de pueblos de nuestra provincia y principales ciudades falleras de la región, convirtiendo nuestra ciudad en el epicentro de las fiestas tradicionales.
Juramento
El eco de los aplausos que acompañan a las nuevas representantes no es solo una celebración, sino también un juramento compartido: el de mantener viva esa magia. Cada año que empieza es, también, un renacimiento. Y las reinas salientes, Laia Molina y Anna Solà, se despiden con lágrimas de gratitud, que dejan un legado de dedicación y amor a nuestra ciudad y entregando el testigo a quienes portarán la antorcha del orgullo burrianense.
Las Fallas no son solo monumentos que el fuego consume, son historias vivas. En ellas arde lo viejo para dar paso a lo nuevo, en un delicado equilibrio entre lo efímero y lo eterno. Y así, Burriana renace como un ave fénix que, con su vuelo, lleva consigo la tradición, la pasión y el espíritu de quienes la viven intensamente.
El inicio de este ciclo no es solo un comienzo, es una promesa: la certeza de que la llama de las Fallas seguirá encendida, ardiendo en los corazones de un pueblo que nunca deja de soñar y celebrar. Porque, año tras año, nuestras Fallas siempre regresan, porque Burriana siempre regresa.
Alcalde de Burriana
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