Opinión | TRIBUNA INVITADA

Pedir perdón

En los últimos años, y no hablo de tres o cuatro, si no de más de 20, la política española se puede resumir en que la izquierda, cada vez más radicalizada, avanzaba en su programa de ingeniería social y cuando se producía el intercambio de poder, la derecha mantenía esos avances hasta que la vuelta de la izquierda a los gobiernos retomaba su agenda y seguía adelante. Los que se autodenominaban derecha eran incapaces de hacer lo que dice la canción, «un pasito palante María, un pasito patrás», no fuera a ser que les llamaran fachas o algo peor. Ahora ya incluso algunos ni se atreven a llamarse derecha.

En fin, es lo que hay.

Pero con el nacimiento de Vox esos esquemas mentales y esa tranquilidad que le daba el Partido Popular a la izquierda, política y mediática, de que nada de lo hecho por ellos sería revertido desapareció. Y aparecieron algún que otro juntaletras, de esos que se denominan demócratas, que se consideran obligados a pedir perdón por no mentir, insultar o difamar lo suficiente a un proyecto democrático votado por millones de españoles y por cientos de miles de valencianos. Y al tiempo que piden perdón por eso, no nos perdona que seamos fieles a nuestros principios y a nuestros votantes.

Y hablando de perdón, no voy a pedir perdón por considerar, como millones de españoles, que el actual modelo territorial es fuente de desigualdades entre españoles, como tampoco por intentar reformarlo con la ley y desde la ley, no como los amigos de la izquierda quemando contenedores y vulnerando la Constitución, e incluso hace años con las pistolas y las bombas.

No voy a pedir perdón por condenar todo tipo de violencia y exigir al gobierno mayor contundencia contra los maltratadores y asesinos de mujeres. Y sí les exijo que pidan perdón ellos por permitir que una mujer pueda encontrarse por la calle con su violador al que ellos le han reducido la pena que se le habían impuesto.

No voy a pedir perdón por hacer de las instituciones un lugar de todos y abrir las puertas, de esta que presido, a ciudadanos, organizaciones y asociaciones condenadas al ostracismo por presidencias anteriores.

No voy a pedir perdón por no querer ser cómplice de la estafa a los valencianos perpetrada por el gobierno con un decreto de ayudas que no son tales, si no prestamos que los afectados habrán de devolver condenándolos a una ruina aún mayor. Pero para esos juntaletras de los que hablaba al principio eso merece un reproche, decir la verdad a los valencianos y actuar en consecuencia para algunos es reprochable.

Tampoco pediré perdón porque a algunos les incomode nuestro discurso y no quieran escuchar que las políticas de fronteras abiertas condenan a nuestros barrios a la inseguridad y a nuestros servicios sociales al colapso. O incluso a los que les incomoda y no quieren escuchar que los delirios climáticos de algunos y sus falsas políticas verdes de la Agenda 2030 condenan a nuestro sector primario y a nuestra industria a la ruina y a la miseria.

Sacando barro

Y hablando de miseria, a algunos les parece que tenemos que pedir perdón por no haber ido a las zonas afectadas por la gota fría y la riada a hacernos una foto en vez de hacer lo que hicimos, ir a ayudar a los vecinos y trabajar codo con codo con ellos sacando barro cuando, por cierto, allí no había llegado ni un solo militar ni ningún tipo de ayuda. Esa ayuda que el presidente del Gobierno dijo que, si era necesaria que la pidieran, mientras miles de valencianos intentaban sobrevivir entre lodo y penurias. Por lo que sí pediría perdón es por no haber podido hacer más por ellos.

No pediré perdón por dedicar unos años de mi vida a servir a mi país desde la política y después, volver a casa con los míos con la conciencia tranquila y la serenidad del deber cumplido. Porque sí, tengo vida antes y después de la política.

Por todas esas cosas y por muchas más, no tengo la más mínima intención de pedir perdón. Porque estoy convencida de que, si Vox no estuviera, muchas cosas se quedarían sin decir, y lo que es peor, sin hacer. Vox ha reabierto muchos debates que los grandes partidos daban por cerrados y que estaban cerrados artificialmente por el bipartidismo reinante. Y al final la ingeniería social de la izquierda terminaría por destruir nuestra nación tal y como la conocemos, con sus cosas buenas y sus defectos, pero una nación con lo que eso significa.

Desde Vox intentaremos conseguir cada día más apoyos con propuestas, con ilusión y con trabajo.

Vox ha venido para quedarse

Y ahora, el que quiera, puede seguir mintiendo y difamando. No pediré perdón, pero sí le diré que lo siento, lo siento por él o por ellos, pero Vox ha venido para quedarse mientras haya valencianos y españoles que así lo quieran.

Pueden seguir mintiendo y difamando sobre mí o sobre Vox, parece que sean novatos, hace ya tiempo que los grandes medios llevan pensando cuál es la mejor manera de terminar con Vox, unos opinan que ignorando su trabajo y ocultando sus propuestas y lo intentan con ahínco. Otros apuestan por insultar, difamar y manipular, y también se afanan sin descanso. Pero trabajan en vano. Los jóvenes que se mantienen alejados de los grandes medios y de los opinadores oficiales tienen claro lo que quieren, quieren ser protagonistas de su futuro y saben que el futuro es suyo, y no tengo que descubrirles quien gobernaría si votaran los jóvenes.

Por tanto, como he dicho antes, no pediré perdón, solo diré lo siento a estos juntaletras que buscan nuestra desaparición. Bueno, en realidad no lo siento, estoy orgullosa de poder aportar mi granito de arena para cambiar la deriva de nuestra nación y construir un futuro mejor.

Presidente Vox Castellón y presidente de les Corts Valencianes

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