Opinión | VIVIR ES SER OTRO

Mundial de ajedrez

Tenemos nuevo campeón del mundo de ajedrez, el más joven de la historia. Con solo 18 años, el hindú Gukesh D. ha logrado el cetro más codiciado y se une a la exclusiva lista que se iniciara a finales del siglo XIX. No voy a hacer una crónica aquí de lo ocurrido, sino a fijarme en algunos detalles. Cinco.

Uno. Pese al rimbombante título logrado, todos sabemos que el mejor jugador de la actualidad, y seguramente de la historia (esto lo dicen los ordenadores, además de los entendidos), no es Gukesh ni el campeón saliente, sino el noruego Magnus Carlsen, cinco veces ganador del mundial. Pero este prodigioso jugador ha renunciado a la máxima competición porque le aburre. Ha dicho que no la disfruta lo suficiente como para prepararla. A esos niveles, y pese a su superioridad, se requieren meses de entrenamiento específico para no verse sorprendido, y parece que ha perdido la motivación. Prefiere jugar partidas rápidas en internet.

Dos. El campeón saliente, el chino Ding Liren, tras obtener el inesperado triunfo el año pasado, pasó bastantes meses desaparecido. Cuando volvió, aclaró los motivos: había sufrido un fuerte episodio de depresión. Su comparecencia fue muy aplaudida porque visibilizó una enfermedad que muchas veces difícilmente comprendemos. Era una especie de epítome de cómo el cerebro se nos tuerce por caminos oscuros sin ningún motivo. El joven había logrado el cetro mundial de aquello que le apasiona, y, sin embargo, se sentía mal. Esta contradicción ocurre con más frecuencia de lo que pensamos.

Tres. Gukesh, el nuevo campeón, apenas es mayor de edad. Cada vez los ajedrecistas de élite son más jóvenes. Dicen los expertos en este deporte que lo ha conseguido, talento aparte, claro está, gracias a superordenadores que usan en la India para analizar el juego, y que por eso sus aperturas (los primeros movimientos de las partidas) son tan peculiares. El hindú es un chaval de su tiempo, apoyado al máximo en la informática.

Exótico

Cuatro. La final fue entre un ciudadano chino y otro de la India. Esto, que resulta exótico, se diría que tendría que ser de lo más normal, puesto que son los dos países con más habitantes del planeta, sin embargo, apenas sucede en otras disciplinas. Supongo que se debe a una cuestión meramente económica: las rentas per cápita de los dos gigantes asiáticos siguen alejadas de los países más ricos, justo los que dominan el deporte en general.

Cinco. El campeonato se decidió en la última de las 14 partidas. En un final que dicen los entendidos deberían haber sido tablas. Ding Liren cometió un error impropio de su nivel. Las imágenes de la reacción de ambos cuando sucede la metida de pata son diáfanas: la incredulidad del joven aspirante y el hundimiento de su rival. Esperemos, eso sí, que al derrotado no le afecte demasiado y los episodios depresivos no se reproduzcan.

Como ven un juego tan organizado y metódico como el ajedrez, al ser practicado por humanos, se retuerce y se llena de anécdotas que lo desordenan por completo.

Editor de La Pajarita Roja

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