Opinión | A quemarropa

Feliz Navidad

Queridos lectores, les deseo una muy feliz Navidad a todos. A quienes leen estos artículos porque comparten mi forma de ver el mundo y a quienes los leen para poder criticarlos. A quienes apuestan por el trabajo bien hecho y a quienes no. Deseo una feliz Navidad a todos. A los ricos y a los pobres. A los altos y a los bajos. A los guapos y a los feos. A los listos y a los tontos. A los blancos y a los negros. A los de ideología verde, azul, roja y morada. A todos. A los socialistas y a los sanchistas. A los comprometidos y a los desprendidos. A los hábiles y a los torpes. A los castellanohablantes y a los valencianohablantes. Incluso a los angloparlantes. A los que tributan en España y a los que lo hacen en Andorra. A los sanos y a los enfermos. A los creyentes y a los agnósticos. Incluso a los ateos. Deseo una feliz Navidad a todos. 

Y fíjense, queridos míos, que no deseo unas felices fiestas, como si la Navidad fuese una festividad más. No, en absoluto. Jesús ha nacido, un año más. El cristianismo, cuna de la civilización occidental, permanece en nuestro espíritu. Y en nuestros corazones, qué carajo. Por eso les deseo una feliz Navidad a todos los hombres y mujeres de buen corazón, crean en lo que crean y sean como sean. Y a los malos, a los perversos, a los indecentes, a los aprovechados, a los chupópteros de la posmodernidad y a los crueles también les deseo lo mismo. 

Feliz Navidad a todos, porque es tiempo de paz y amor. Y la Navidad es precisamente eso.

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