Opinión | BABOR Y ESTRIBOR

Altura de miras

Sorpresa por la inesperada visita de los reyes a la zona cero de la dana, con paradas en Catarroja, Picanya, Alaquàs y l’Albufera. Durante unas horas del domingo don Felipe y doña Letizia, también la princesa Leonor y la infanta Sofía, departieron con damnificados. Es la cuarta vez que, desde la riada, sus majestades viajan a l’Horta Sud y Valencia para estar cerca de los ciudadanos más afectados. Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no se le ha visto el pelo desde que su equipo de seguridad lo sacara con urgencia de Paiporta. Es de esperar que la Casa Real, si bien ha justificado esta última visita de los monarcas como de carácter privado, informe al Ejecutivo de cuanto ha podido ver y oír. En la mayoría de los 75 municipios afectados, pasados 54 días, la situación sigue siendo de emergencia. Persisten las voces señalando inacción del Estado. El Rey, no hay que olvidarlo, es el jefe del Estado.

El pasado viernes, el general Gan, en su condición de vicepresidente segundo del Consell, comparecía en Les Corts para dar cuenta de las acciones que él y su equipo vienen realizando para la reconstrucción. Intervención decepcionante, tras no pocos días expectantes por la falta de pronta acción ante lo que el propio Gan calificó de: «Escenario tras una batalla». En estas páginas celebré el nombramiento del militar en lo que entendía como decisión de otorgar autoridad a un experto en situaciones críticas, alentando que sería el revulsivo de inmediata actuación que necesitaba una Generalitat en shock, tras los luctuosos sucesos del 29 de octubre. Pasado un mes al mando de la emergencia, el general asoma en el parlamento valenciano con un discurso nada innovador, ni siquiera alentador, que no justifica el papel asumido. Así, el conseller dice cosas tan obvias: «Esta reconstrucción no será completa si no recuperamos la confianza del pueblo». Ese pueblo valenciano al que se refiere Gan sigue pidiendo soluciones al día a día, soluciones de inmediatez para las que creíamos había sido fichado el militar. En teoría, un hombre de acción con la cabeza bien amueblada y perfectamente capacitado para abordar retos de máxima dificultad sobre el terreno.

No hacían falta alforjas

Llegamos a creer que Gan iba a poner los puntos sobre las íes a los ministerios de Defensa e Interior, ante el evidente, por decirlo suave, comedimiento en el despliegue de efectivos. Confiábamos que al día siguiente de tomar posesión del cargo actuaría con firmeza para paliar la situación tercermundista que entonces y ahora sufren los pueblos arrasados por la dana. Invitaban a confiar el crédito y experiencia de Gan como avales solventes para, enseguida, reclamar a la ministra Robles el despliegue masivo de parte de esos 120.000 efectivos de los que ella alardeó, con el material y maquinaria necesarios.

Un mes después, Gan nos viene a descubrir las deficiencias del planeamiento urbanístico y decir: «La realidad a la que nos enfrentamos nos reclama altura de miras». Para este viaje no hacían falta alforjas.

Periodista y escritor

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