Con el Rey

«¿Dónde está Sánchez?», preguntaba una persona damnificada por la dana al día siguiente del discurso de Felipe VI en Nochebuena, al tiempo que hacía una interpretación de las palabras reales, señalando a los actores políticos que tanto vienen defraudando a la ciudadanía. La intervención del Rey ha sido bien acogida en la zona cero de la catástrofe, donde sigue perviviendo el sentimiento de abandono e inacción, para vergüenza de la cuarta potencia de la UE. En el mensaje del Rey hay varios guiños que no pasan desapercibidos, tal vez el primero y más significativo es el haber cambiado el despacho de la Zarzuela por el Palacio Real, así como comparecer flanqueado con una fotografía de los efectos de la riada y un ejemplar de la Constitución. En contexto tan revelador, su majestad lanzó avisos a navegantes, tanto del Gobierno como de la Generalitat. Tras ensalzar el papel de voluntarios y funcionarios públicos no hubo lugar a la ambigüedad: «También hemos comprobado y entendido la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones». ¿Dónde está Sánchez?, siguen preguntando en l’Horta Sud.

Enemigos

Desde el PSOE y PP se apresuraron a respaldar el tenor discursivo, sin darse por aludidos. Los de Sumar lo calificaron de «derechizado y preocupante». Sobre lo dicho por independentistas, mejor ni mencionarlo. Los enemigos de nuestro sistema de convivencia, basado en la indisoluble nación española, saben que Felipe VI es el baluarte infranqueable de esta democracia.

Periodista y escritor