Opinión | RECONTRA

Cuestión de tiempo

Paseando por cualquier ciudad, grande o media, uno se puede dar cuenta de la enorme cantidad de pisos vacíos que hay, solo mirando las persianas bajadas y otros signos que evidencian que están sin habitar. Pero parece que ponerlos en el mercado de la venta o de alquiler no es fácil. Los propietarios o tienen miedo que un alquiler derive en una ocupación o no les hacen falta los ingresos que podrían obtener por las rentas del alquiler. Prefieren arriesgarse a una okupación con K que, por lo visto con la cantidad de pisos vacíos, no suele ser la más común.

Burocracia

Así, si no hay solución para poner en el mercado las viviendas construidas cerradas (el miedo es libre), solo cabe construir otras nuevas. Pero esta situación es una cuestión de tiempo. Nuestros jóvenes y no tan jóvenes necesitan una vivienda ya. Ni siquiera para dentro de un par de años. Y eso nos lleva al complejo mundo de la burocracia. Porque para tener pisos en condiciones deben pasar como poco dos años desde que se compra el solar, se obtienen las licencias (entre 6 y 12 meses en el mejor de los casos), se construye (18 meses como mínimo) y se obtiene la licencia de primera ocupación (antes cédula de habitabilidad).

Por eso, o reducimos los plazos de construcción mediante edificios prefabricados, modulares en altura (ya hay tecnologías que permiten este tipo de construcción con suficiente calidad), o este problema no se va a solucionar, por mucho dinero público y privado que se ponga.

Puede que el futuro esté en empresas que construyan casas modulables en polígonos industriales y luego se limiten a instalarlas en los solares.

Urbanista

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