Opinión | LA RÚBRICA

Al limpiador anónimo

Creo que a todos nos gusta ver fachadas arregladas, calles limpias, paredes enlucidas. Por eso no debería ser raro agradecer su labor a tantos trabajadores de servicios urbanos. A veces incluso, me sorprendo pidiéndoles perdón en nombre de los indecentes que jamás lo van a hacer. Sin ir más lejos, hace poco, un operario me explicaba que él borra pintadas, pero que algunos desaprensivos pasan y le dicen que no se moleste porque las volverán a hacer. A lo que él les contesta irónico: «Muchas gracias, así no peligra mi trabajo».

Pero hay una trabajadora desconocida cuya forma de trabajar me suscitaba verdadera curiosidad y cuyo anonimato estaba dispuesto a finiquitar. Y es que en sucesivas reuniones por los distintos barrios de la ciudad me habían hablado de ella. Siempre la ponían por las nubes. Me decían: «No sabes con qué sentido del deber trabaja. No se le puede pedir más. Siempre con una sonrisa en la boca».

Ejemplo a seguir

Conozco muy bien el sector de la ciudad que le toca limpiar a diario, así que me costaba pensar en alguien alegre con semejante tarea. Si me tiraran en mis morros inmundicias para que las limpie, un día y otro, y otro más, no sé si saldría airoso de la cita. Por desgracia, aunque esa gente es la excepción que confirma la regla, existe. Hace pocos días tuve el placer, por casualidad, de encontrármela. En efecto, su talante es extraordinario. Un ejemplo a seguir.

Quiero reconocer en ella a todo el personal que trabaja en nuestras calles y caminos, en nuestros parques y jardines. Y agradecerles de corazón que hagan el mismo trabajo cada día, a veces ni siquiera para mejorar el entorno, sino solo para mantenerlo en buen estado. Quizás no se lo digan, pero ojalá lo sientan. ¡Gracias!

Portavoz de Vox en Castellón

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