Opinión | VIVIR ES SER OTRO

Aprender de la... prehistoria

Se diría que la prehistoria resulta frustrante por la falta de fuentes documentales. Intentamos conocer la sucesión de acontecimientos con solo lo que la arqueología nos presenta, y así se vuelve complicado todo. Pese a los inmensos avances tecnológicos, siempre nos quedamos cortos y quisiéramos saber más. Nos frustra el silencio de lo que fuimos como humanos.

La cultura argárica se considera la primera que construyó un estado en todo el occidente europeo. Lo hizo cerca de aquí, en el sur y el este de la península Ibérica. Nadie sabe a ciencia cierta si esto es verdad o no, y de serlo, cuál fue la extensión real de ese territorio bajo un gobierno unificado. Como esta gente no escribía, desconocemos los nombres de sus gobernantes. Existen teorías verosímiles que hablan de princesas al mando. Al menos sus ajuares funerarios eran más ricos que los de los hombres, aunque, quién sabe…

Una de las ventajas de este desconocimiento es que nos permite hacer volar la imaginación con menos cortapisas que los acontecimientos más recientes, documentados por historiadores de la época. Hablo de griegos y romanos, de lo que vino después.

Nos suelen aconsejar que estudiemos la historia para no repetir los errores de nuestros antepasados. Cuando alguien suelta eso, me viene siempre a la cabeza una frase que suele repetir mi mujer: «Lo único que aprendemos de la historia es que no aprendemos nada».

Uno repasa las dos primeras guerras púnicas y ve que, veintitantos siglos después, las dos guerras mundiales tienen trazas similares: dos potencias entran en conflicto, una resulta dolorosamente perdedora y se le hace pagar indemnizaciones tremendas hasta que, años después, otros gobernantes deciden volver a la carga y vengarse de la humillación anterior. Cartaginenses y alemanes fueron derrotados de nuevo. Ojo porque guerra púnica hubo una tercera, para arrasar definitivamente Cartago.

Nazis

Si miramos el mundo actual, la Alemania de hoy en día, poco después de unas elecciones en las que un partido muy blandito con la censura a las atrocidades nazis ha obtenido un sustancioso resultado, tal vez nos tengamos que preguntar si cabe una nueva guerra para, ya de una vez, aniquilarlos. En la tercera guerra púnica los romanos simplemente asediaron y destruyeron la capital del enemigo. Hace un par de meses esto parecía un sinsentido. Hoy también, pero menos. Por desgracia.

Seguro que en la cultura de Argar, hace cuatro mil años, hubo también hechos similares a estos. Guerras, rebeliones, traidores… No sabemos nada y que nadie se escude en lo lastimoso que es. Aunque nos hubieran dejado escrito lo acontecido, eso no nos hubiera librado ni de las guerras púnicas, ni de las guerras mundiales. Ni de los nazis ni de Alternativa por Alemania, ese partido ultraderechista liderado por una mujer lesbiana, que vive en Suiza y cuya pareja es de Sri Lanka. ¿Se puede ser más hipócrita? ¿No son los alemanes gente seria y sensata? Que eso pasase en un país latino, qué sé yo, España, por ejemplo, pues lo medio entendería. Pero Alemania… ¿En serio?

La vida, la política, a veces parece un chiste, malo.

Editor de La Pajarita Roja

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