Opinión | EL TURNO
Nuestras fiestas
Con la cuenta atrás para vivir en el ambiente de la fiesta fallera, haciendo un repaso rápido a las últimas semanas, no podemos más que atestiguar que nuestra tierra es riquísima en manifestaciones tradicionales, festivas y culturales.
En los últimos días, a kilómetros de la capital de la fiesta josefina, iniciamos los preparativos para vivir en apenas unos días la celebración de las fallas en Benicarló; en breve los vecinos de la capital de la provincia vivirán también la Magdalena y estos días estamos disfrutado con los carnavales, el reconocido festejo de Vinaròs y el de nuestros respectivos pueblos, precedidos por San Antonio Abad y así, recorriendo los meses, encontraríamos manifestaciones de nuestras tradiciones mes tras mes.
Este marzo que arrancamos vamos a vivir semanas de intensa actividad que demuestra el carácter abierto, extrovertido, disfrutón y acogedor de las gentes de nuestra provincia. En la zona norte, donde nos encontramos, apostamos por la tradición, por la cultura, por su promoción y su desarrollo, así como por las sinergias que se generan entre la agendas propias de cada pueblo, porque todos suman.
Las fiestas patronales y toda la agenda festiva demuestran el talante respetuoso de nuestra gente por lo propio, algo que hay que preservar para las generaciones venideras. Las manifestaciones tradicionales de nuestras fiestas no pueden ser cuestionadas y relegadas del patrimonio cultural. Si no consideramos cultura aquello que hemos heredado del sentimiento y de la devoción de los antecesores, ¿qué nos queda?
Máxima manifestación
Despertar el sentido crítico con las distintas corrientes de opinión encontradas es sano y necesario para la salud democrática, pero dejemos de cuestionar lo que nuestros ciudadanos viven y tienen más que claro. Dejemos de hablar de cultura con minúscula y mayúscula para hablar de cultura con una sola voz. La cultura es un término generoso que es capaz de comprender el sentir de aquellos que vivimos nuestras fiestas como la máxima manifestación cultural de nuestros pueblos, entendido este término en su más amplia dimensión.
Hagamos un ejercicio de responsabilidad y no nos llevemos las manos a la cabeza cuando escuchemos que nuestras fiestas son cultura porque lo son. Muchos, entre los que me siento orgulloso de encontrarme, entendemos que sí lo es y por ello estamos trabajando por declarar nuestras danzas a la Virgen de la Ermitana como Bien de Interés Cultural. Estamos convencidos de que tienen todos los méritos y valor para serlo y vamos a seguir dialogando, demostrando y convenciendo, para conseguirlo.
Alcalde de Peñíscola
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