Opinión | A QUEMARROPA

Asaltar los cielos

Asaltar los cielos era esto. Nada más. Y nada menos, oiga. La nueva vieja izquierda gritó a los cuatro vientos, hace unos diez o doce años, no lo recuerdo bien, que iba a asaltar los cielos. Los cielos de la política, el poder, el sexo, las drogas y el rock & roll se entiende hoy.

Tras ocho años de desgobiernos autonómicos, seis de sanchismo y algún que otro dislate local más, ya sabemos qué querían decir cuando afirmaban eso. Iban a paralizar la administración, acosar a propios y extraños, buscar la muerte social del adversario, decir blanco y hacer negro, incrementar las desigualdades sociales, maquillar de forma grotesca nuestra imagen internacional, hacer de la mentira una herramienta política...

Amenazaron veladamente a medio país con eso del tic, tac, tic, tac. Y la bomba, o mejor dicho las bombas, terminaron explotando en sus narices, nunca mejor dicho. En este tiempo hemos visto a más de uno y más de dos cachorros asaltacielos aparecer en televisión con evidentes signos de indisposición.Hemos asistido al auge y caída de personajes que decían defender a las mujeres, así, en general, cuando en realidad eran grandes acosadores sexuales. Y laborales, todo sea dicho.

Hemos constatado cómo afirmaban defender los intereses de los más necesitados mientras, con sus sueldazos públicos, adquirían bienes a cascoporro. Se ve que defender a los menesterosos de la tierra y hacerse rico por el camino era plenamente compatible.

Asaltar los cielos era esto. Quién nos lo iba a decir.

Escritor

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