Opinión | BABOR Y ESTRIBOR
El laberinto valenciano
La cuestión política ha fagocitado al plano humano, la única verdad incontestable, de la mayor catástrofe natural ocurrida en la Comunitat Valenciana: 227 víctima mortales y decenas de miles de afectados. Tras cuatro meses, la demandada dimisión de Mazón acapara la atención, víctima de su propio ardid capaz de alimentar al adversario. Entre tanto, están rotas las relaciones entre la Generalitat y el Gobierno, para más escarnio de los valencianos damnificados. Situación indeseable en la que un general fichado para obrar el milagro parece trabajar en tierra de nadie, sin haber ejercido de ariete contestatario ante las lacerantes dejaciones del Ejecutivo nacional, concentrado en el tacticismo a fin de recuperar el Palau. No éramos pocos los que albergábamos la esperanza de que Gan Pampols llegaba para hacer valer su exhaustivo conocimiento de la estructura y capacidades de las fuerzas armadas y de la administración del Estado, en pos de una respuesta rápida y eficaz. Creímos ver en el militar, ingenuos, el foco de luz que desvelara el papelón del presidente Sánchez y los ministros Robles, Marlaska, Ribera (ahora colocada en la UE) dispensando los medios nacionales en cuenta gotas. El general y su secretario, también general, se han dedicado a evaluar y establecer un plan de reconstrucción cuyo primer decreto ha sido rechazado en Les Corts. Trabajo para el que no era imprescindible un perfil con estrellas de cuatro puntas y brillante hoja de servicios.
Una consecuencia más de cuanto acontece en nuestra tierra, devastada por la fuerza de las aguas y un cúmulo de negligencias imposible de atribuir en exclusiva a unos pocos chivos expiatorios. Desde las carencias de infraestructuras hasta la inexplicable actuación de Mazón (un líder se consagra en situaciones límite) pasando por la inhibición del Gobierno en las horas decisivas del 29O y el día después, incluida la activación de ayudas sin mediar un plan conjunto entre los gobiernos autonómico y central, sumidos en una guerra estéril de la que vuelven a ser víctimas los valencianos destrozados por la dana.
La Comunitat está en un laberinto tóxico y el PP, perdido el relato, atrapado en tan endiablada coyuntura. El recambio de Mazón no resulta sencillo, dicen que está dispuesto a resistir las presiones de dentro y fuera de Génova 13. Además está Vox, posición nuclear a la hora de procurar el relevo del jefe del Consell. Abascal paladea por interés electoral el desgaste de los populares, emboscados por la pinza PSPV-PSOE/Compromís.
Lavarse las manos
El presidente Sánchez y sus ministros, así como la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, viven volcados en cuerpo y alma recitando a diario el argumentario manufacturado en las sentinas de la Moncloa, lavándose las manos en la parte de responsabilidad que les corresponde y señalando a Mazón como único negligente. La falla de asumir el mando de la emergencia, desoyendo a Feijóo, que ayer reconoció que fallaron tanto Valencia como Madrid, sigue propiciando la escalada de la ya de por sí extrema crisis que sigue afectando a más de 800.000 valencianos. Sánchez y Abascal sonríen.
Periodista y escritor
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