Opinión | LA RUEDA

Carnaval, carnestoltes, cuaresma

Hay un refrán que hemos oído muchas veces en Borriol: Carnestoltes quinze voltes; Nadal de mes en mes; Pasqua de huit en huit dies; Quaresma no tornes més.

El Carnaval se impuso durante el Imperio romano por las fiestas saturnales y bacanales, en las que primaba el exceso, el travestismo mediante el disfraz, las comidas y la carne (de ahí que en latín signifique quitar las carnes -carnem levare-) como anticipo a la inminente Cuaresma de ayuno y abstinencia. Algo semejante se practicaba unos 5.000 años antes de Cristo en civilizaciones como la sumeria y otras.

Tal vez el Carnaval más antiguo sea el de Venecia y el más famoso el de Río de Janeiro. Nuestra provincia tiene muestras de su pervivencia en poblaciones como Castelló -capital-, el Grau, Vinaròs, Alcalà de Xivert, l’Alcora, Torreblanca, Orpesa, Benicàssim y otras que quedan en el tintero. En ellas hay disfraces, bailes, demonios, música, desfiles, fantasía y hasta entierro de la sardina. Concretamente, en Vinaròs, como decía este periódico hace unos días, concurrieron más de 6.000 comparseros y varias carrozas. En España el régimen franquista prohibió el Carnaval en 1937.

Cuaresma

Tras el exceso festivo del Carnaval, aparece hoy, precisamente, el Miércoles de ceniza (cinis en latín), inicio del tiempo de Cuaresma, tras exhaustivos cálculos basados en el ciclo lunar, contando 46 días atrás del Domingo de Resurrección. Es un tiempo de conversión para los fieles recordando su origen y como símbolo de humildad y penitencia en el acto de imposición de la ceniza, resultado de la combustión de árboles como el olivo o la palmera, entre otros: Recuerda que polvo eres -dice el Génesis- y al polvo has de volver. Se abre, pues, el tiempo de penitencia, de abstinencia y ayuno con esta imposición.

Profesor

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