Opinión | TRIBUNA

Indignación y dolor

Viví en Estados Unidos durante el curso 1972-1973 gracias a una beca de una ONG americana y así lo hicieron también mi hermana dos años después y mi hija veintiocho años más tarde.

En 1972, cuando aquí aún coleaba la dictadura de Franco, supe de la libertad de expresión en Miraleste High School (California), donde estudié y se publicaba un periódico como parte de las actividades formativas. Pude también ver en la Universidad de California, en Los Ángeles, a Núria Espert en una versión de Yerma que no se podía ver en los teatros españoles. En la biblioteca de mi ciudad tenía a mi alcance una oferta increíble y pude leer libros que en España estaban prohibidos. Fue allí donde pude ver por primera vez unas elecciones libres, aunque el resultado no fue el que yo hubiera querido (ganó Nixon). En contraste con todo esto, a mi vuelta a Alicante en 1973, el Club de Amigos de la Unesco nos invitó a los colegas que habíamos viajado a Estados Unidos a que compartiéramos nuestra experiencia y, cuando íbamos a comenzar nuestra charla, se personó un policía y dijo que la conferencia no estaba autorizada y no pudo celebrarse.

Por eso y a pesar de todos sus defectos y abismales discrepancias con muchas políticas de Estados Unidos, así como del soporte que dio a la dictadura de Franco bajo la justificación de la guerra fría, entenderán quienes me leen que tenga asociado a Estados Unidos con lo que consideramos el mundo libre.

He vuelto a USA varias veces, algunas de ellas pasando largas temporadas y tengo, tenemos, lazos que van más allá de la amistad con varias familias que consideramos como las nuestras desde el este al oeste de aquel gran país y a las que me gustaría tener cerca para poder abrazarlas.

Por eso me duele especialmente lo que está pasando en Estados Unidos. Además de indignación, siento dolor.

Pero esa indignación y ese dolor no debe paralizarnos a los europeos. Excepto que el pueblo americano sepa reaccionar a tiempo y los otros poderes de Estados Unidos (el legislativo y el judicial) impidan la deriva autoritaria y la ruptura con el mundo occidental, debemos hacernos a la idea no ya de que no podemos contar con USA para una defensa mutua, sino de que puede acabar aliándose con nuestros adversarios. Putin es un dictador que pretende recuperar el dorado esplendor de la Gran Rusia, hoy a costa de Ucrania, ¿y mañana a costa de quién? ¿De los Países Bálticos? ¿De Polonia?

Desprecio a la verdad

Que Trump dijera hace unos días que la guerra la empezó Ucrania cuando todos vimos, en tiempo real, los tanques rusos adentrándose en Ucrania el 24 de febrero de 2022, no sólo pone de manifiesto un desprecio por la verdad que ya conocíamos, sino el hecho de que comparte el relato de Putin, una persona que controla un país sin elecciones libres, y que persigue a los discrepantes. Pasamos página demasiado rápido, pero deberíamos recordar que hace sólo un año, el 14 de febrero de 2024, Alekséi Navalni, principal oponente de Putin, murió en la cárcel en circunstancias no aclaradas. No debemos olvidar que, en una reciente votación sobre Ucrania en las Naciones Unidas, Estados Unidos votó junto a Rusia, Corea del Norte, Nicaragua y otros regímenes autoritarios posicionándose en contra de sus aliados tradicionales en Europa. ¿No se les remueven las tripas a los electores republicanos?

Siguiendo los medios de comunicación de Estados Unidos he podido ver cómo hay electores republicanos que han pedido cuentas a sus representantes en el Congreso, pero también la difusión de cortos de propaganda donde se alaba la posición de Putin. Serán los ciudadanos de Estados Unidos los que tendrán que elegir, mientras puedan, acerca de si quieren retomar el camino de la democracia o prefieren la plutocracia y una alianza de potencias imperialistas.

Los europeos debemos fortalecer nuestro sentimiento de pertenencia a una comunidad política que comparte un modelo de sociedad basado en las instituciones representativas, en el respeto a las minorías, en la prensa libre, que está más en el periódico que podemos comprar en los quioscos que en las redes sociales y en el principio de la igualdad de oportunidades real que sólo es posible con un fuerte sistema de educación, sanidad y servicios sociales garantizado por el Estado y esto no lo podemos hacer cada nación por su cuenta. Los patriotas que quieren regresar a las fronteras nacionales sirven, en realidad, intereses ajenos, que buscan una Europa dividida para así someterla a sus deseos. Por ello, es preciso que los europeos establezcamos un sistema de defensa común para defendernos de quienes, como Putin y Trump, entienden solo el argumento de la fuerza y no la fuerza de los argumentos.

El pasado 20 de febrero, el diario Información, del grupo Prensa Ibérica, cerró por sorpresa su gala de los Importantes de 2024 con el himno de la Unión Europea, que se tocó y cantó de forma impecable. En el momento en que me di cuenta de lo que oíamos estuve tentado de ponerme en pie, pero no me atreví porque temí quedarme solo. No volverá a ocurrir.

Expresidente de la Diputación de Alicante

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