Opinión | El turno

Un lustro del covid-19

Hace unos días, se cumplió un lustro del comienzo de la pandemia covid-19, por la que el mundo comenzó a girar de forma diferente, alterando profundamente la vida cotidiana. La incertidumbre sobre el virus, junto con el confinamiento y las restricciones sociales, produjo una gran inestabilidad emocional. El miedo al contagio, la preocupación por la salud de los seres queridos y la inestabilidad económica, fueron factores críticos que contribuyeron a un incremento de la ansiedad. El aislamiento social y las medidas de distanciamiento afectaron directamente en la salud mental, pues la falta de contacto con amigos acarreó un aumento de los síntomas de depresión, sobre todo en personas vulnerables y con antecedentes de problemas de salud mental. 

Fueron meses de incertidumbre, de calles vacías. Pero, al mirar atrás estos 5 años, demostramos también lo resiliente que es el ser humano, con una capacidad prístina para doblarse, pero no romperse. Ser una persona resiliente no significa que no se sienta angustia ante una mala experiencia, sino reestructurar los recursos psicológicos según las circunstancias para superar dificultades.

Psicólogo clínico

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