Opinión | COSAS MÍAS

Castelló

Gracias, Paco

En la tarde de ayer tuve la grata satisfacción de recibir en mi casa a mi querido y admirado amigo, el maestro Francisco Signes, que fue y sigue siéndolo, inolvidable director de la Banda Municipal de Castellón. Tras el ritual abrazo, lleno de afecto, que es habitual, me ofreció un par de cedés de música suya que se completaba con el popularísimo pasodoble Rotllo i Canya.

Pusimos el cedé en el reproductor. La calidad auditiva nos permitió degustar una serie de hermosos pasodobles entre los que figuraba uno al que tuvo la amabilidad de adjudicarle mi nombre, hecho que le agradeceré mientras viva. No voy a descubrir la calidad directorial del maestro de Real de Gandía, que se ha hecho acreedor al título de hijo adoptivo de Castelló. Con la Banda Municipal grabó las piezas a 2/4, logrando que la agrupación sonara como en sus mejores tiempos. Los muy vastos conocimientos de armonía del compositor permitieron solazar una variedad de motivos, tan diversos como hermosos, con no pocas desinencias levantinas. Entre los temas, del ritmo más español que existe, adjuntó una obra dedicada a su esposa Isabel y una suite dedicada a sus hijos Anabel, Mª José, Silvia y Javier. Esta última es un huapango de marcadas síncopas para piano y orquesta que interpretó al teclado su hijo Javier, excelente instrumentista, que patentizó un fragmento que recordaba en sus ecos, efluvios de Liszt, Rachmaninov, Bartok y, por supuestísimo, Falla. Sin duda, una tarde con suspiros de azahar y volteos del Fadrí, que permanecerá siempre viva en mi memoria.

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