Opinión | CARTA DEL OBISPO

Jubileo de los jóvenes

El 5 de abril tendrá lugar el VIII Encuentro Diocesano de Jóvenes y Adolescentes. Al estar celebrando en toda la Iglesia el Jubileo Ordinario, centrado en la esperanza, aprovecharemos para celebrarlo con los jóvenes. Así, quienes no puedan peregrinar a Roma, podrán recibir aquí los dones del Año santo.

Este año jubilar ofrece a los jóvenes la gracia de reavivar la esperanza y les llama a ser signos tangibles de esperanza para tantas personas, que miran el presente y el futuro con escepticismo y pesimismo. No se trata de cualquier esperanza, sino de la esperanza cristiana, que se basa y vive de la fe y del encuentro personal con Cristo, nuestra esperanza. Todos tenemos la tendencia a esperar algo que se desea como un bien. Estos deseos unas veces se cumplen y otras no, generando desaliento y desasosiego. En cambio, la esperanza cristiana indica el deseo de conseguir no esto o lo otro, sino el bien total, la perfección del amor, la santidad, el Cielo, como indica el lema del Encuentro: Autopista hacia el cielo.

A esta esperanza se refiere San Pablo cuando escribe que «la esperanza no defrauda, porque al darnos el Espíritu Santo, Dios ha derramado su amor en nuestros corazones» (Rom 5,5). No defrauda porque está garantizada por el amor de Dios, que es eternamente fiel y no puede fallar. Colma plenamente los anhelos del corazón humano. Esta esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón del hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna.

Nuestros jóvenes ven con frecuencia cómo se derrumban sus sueños. Con harta frecuencia se enfrentan a un futuro incierto, sus estudios no les ofrecen oportunidades y la falta de trabajo amenaza con destruir sus planes. No es extraño que entonces caigan en la tristeza y el desánimo. El Jubileo diocesano de los jóvenes es una ocasión propicia para ayudarles al encuentro con Cristo, nuestra única esperanza, que da un nuevo horizonte y una orientación decisiva.

Obispo de Segorbe-Castellón

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