Opinión | A QUEMARROPA

Normalidad

Tras nueve días de fiesta, regresa la normalidad. Durante una semana y pico hemos estado hablando de mil temas relacionados con la gastronomía, la música, las collas, las gaiatas, el teatro de calle, la animación popular, las charangas, los petardos y demás. Dicho esto, como todo lo bueno termina, ya nos toca regresar a la cruda realidad. Dejaremos de hablar de estos temas para volver a tratar los desmanes monclovitas y a departir sobre las salidas de pata de banco ministeriales. Discutiremos de nuevo sobre la estulticia podemita; las vergüenzas y los quiero y no puedo de los indepes; la desvergüenza patria; las mascarillas koldovitas o koldovenses, elijan ustedes el palabro que más les guste; los asuntos de alcoba de quienes nos dieron lecciones de moralidad; los asuntillos «sin relevancia» de la señora y el hermanísimo del líder mesiánico patrio y de otros muchos asuntos propios de una república bananera.

No son pocos los creyentes zurdos, si me permiten usar el término que tanto agrada a Javier Milei, que de forma regular intentan convencerme de las bondades de su religión. Aunque lo cierto es que conmigo predican en el desierto. La izquierda (mal representada hoy por el sanchismo) hace tiempo que perdió el norte, y necesitará pasar por lo menos dos décadas en la oposición para recobrar el sentido de Estado que un día tuvo.

Como afirma el coronel Pedro Baños, «mañana no tendrás nada y se reirán de ti», ironizando sobre ese mantra que afirma que «mañana no tendrás nada, pero serás feliz». En fin, feliz regreso a la normalidad.

Escritor

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