Opinión | PUNTO DE VISTA

Lo más barato

No necesariamente tiene que ser lo más malo, pero seguro que no es lo más bueno. Si prestas algún servicio o vendes algo, o sea, si dependes de tus clientes, ojalá lo sea porque eres bueno y no porque eres barato.

La competencia hace crecer la economía, hay que decidir con qué cartas compites. Todos queremos bueno, bonito y barato o calidad, precio y rapidez, pero entre ellos hay que establecer un rango. Lo preferible, creo yo, es lo bueno y la calidad, ofrecer un servicio diferencial de altos estándares, y si además lo haces rápido, mejor. También hay que saber decir que no: la dignidad no tiene precio y la rentabilidad de tu trabajo tampoco. No se puede vender a pérdidas porque eso lleva a la ruina. La proporción calidad-precio debe ser coherente y transmitirlo para que el interesado lo aprecie. El éxito está en proporcionar valor a tu cliente. Si lo único que ofrecemos es ser los más baratos, suena a charlatanes de feria. Al final cuesta más caro, porque un mal producto requiere reparación, subsanaciones, arreglos e incluso uno nuevo en cuanto falle.

Hay que valorar a los buenos clientes y mantenerlos para que siempre te tengan en cuenta, así los fidelizas. El cliente que se mueve solo por precio no valora lo que le ofrecen, suele ser crítico y quejica, gasta tus servicios sin la debida retribución y eso supone una injusticia para los buenos clientes que pagan el precio justo. Cada vez pedirá más descuento. El que viene por precio se va por precio. Para tener clientes que no aprecian tu producto o servicio es mejor no tenerlos.

Notario y doctor en Derecho

Tracking Pixel Contents