Opinión

El peor kit para el fin del mundo

Una vez superado el breve desasosiego inicial que me genera el vídeo en el que la UE promociona el llamado Kit de Supervivencia de 72 horas para crisis, me cabreo bastante. Sobre todo por la banalización del apocalipsis, la tiktokización del fin del mundo. Entiendo la táctica viral que le ha funcionado a los responsables de redes de la UE: el mensaje ha calado, así que supongo que ellos lo verán como un éxito. Pero, desde luego, ver a una alta funcionaria tratando un posible drama humanitario (que recaería sobre nosotros y dejaría miles de muertos) como si fuese mi madre recordándome lo que me tenía que llevar a una excursión del cole en Primaria, no me genera confianza sobre cómo actuaría ese líder llegado el momento de la catástrofe real. Debe ser que desde hace cinco meses me fijo mucho en cómo respondería un mandatario a una desgracia.

Pero, aun con todo eso, voy a entrarle al juego a la Unión Europea, porque incluso haciendo el ejercicio de tomarme en serio el famoso kit, pierdo mucho la fe en quienes nos gobiernan. Ya no tanto como políticos sino como personas.

¿En serio? ¿Sólo meterían eso?

Todo bien con las sugerencias médicas, de alimentación, higiene y mudas de ropa de repuesto. ¿Pero en serio la única propuesta de entretenimiento ante la tragedia es una radio y juegos de cartas? Qué tristeza que el pasaporte sea el único libro que quepa en el mundo posapocalíptico que se imagina la UE. No solo se han olvidado de algo tan básico como la literatura, sino también de meter en la mochila un walkman a pilas y algunos discos que escuchar cuando no haya electricidad y el bajón anímico sea extremo. Pensándolo mejor: los reproductores mp3 también van con pila y caben miles de canciones o podcasts. Y no ocupa ni siquiera una décima parte del bolsillito pequeño de la mochila del kit. En ese espacio sobrante, aún da para encajar un álbum con las fotos imprescindibles de ti y los tuyos para recordar que solía haber luz en vuestro mundo.

Qué pena esa Europa que dejaría atrás, sin dudarlo, toda la belleza que existe en la humanidad si algún día le toca reconstruir el mundo. 

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