Opinión | A fondo

Una especie en expansión

Que la población de jabalís ha aumentado de forma muy significativa en los últimos años es algo tan real como preocupante, pero aún lo es más que siga aumentando de manera considerable. Una problemática que se agudiza en aquellos municipios con sobreabundancia de este animal, donde el descontrolado crecimiento de población hace que su presencia sea cada vez más común en entornos periurbanos, las zonas residenciales cerca de las propias viviendas, lo que provoca no pocos inconvenientes ligados a su presencia y abundancia, convirtiéndose este animal en una especie-problema para vecinos y administración.

Un problema que ha dejado de ser local o puntual en determinadas zonas, para generalizarse a lo largo de la geografía, extendiéndose la sobrepoblación de jabalíes en muchas ciudades donde ya es común el avistamiento de piaras enteras, con ejemplares adultos y rayones, desplazándose dentro de las poblaciones en busca de alimento fácil, asaltando contenedores de basura, buscando rotondas con césped donde encontrar hierba húmeda, o zonas de regadío con aspersores donde poder beber, buscando lo que en el monte se deben esforzar por encontrar. Además, la pérdida del miedo a los humanos hace que cada vez se acerquen más a las propias viviendas y obtengan así más alimento a partir de los desperdicios domésticos o, incluso, a través de personas que de manera errónea les dan de comer porque piensan que les hacen algún bien, cuando en realidad no es así. 

Debemos concienciarnos de que la falta de depredadores naturales y su interacción con los seres humanos, modifica el comportamiento de estos animales y, lejos de resultar beneficioso, resulta un perjuicio para ellos, pues son animales silvestres, que deben conseguir su alimento en su entorno, el monte, sin dejar de lado el riesgo sanitario, ya que estos animales pueden ser transmisores de enfermedades.

Conforme alertan los expertos, el jabalí es un animal precoz, prolífico y adaptable, y es que las hembras (jabalinas) pueden alcanzar la edad reproductora mucho antes de cumplir el primer año de vida para gestar entre cuatro y seis crías, factores todos ellos que influyen en el rápido crecimiento de la población, cuestión que afecta a la dinámica de los ecosistemas y la sostenibilidad del entorno.

Todos debemos tomar conciencia sobre las consecuencias que van aparejadas a la superpoblación de los jabalíes en un término municipal. Por ello, se hace necesario que las autoridades y administraciones trabajemos coordinadamente alternativas que permitan una gestión eficiente a través de medidas, tanto legislativas, como ejecutivas y preventivas. Porque la falta de predadores naturales y la tendencia de sobrepoblación, requieren la adopción de medidas para poder controlarla y limitarla. Técnicas de control poblacional como son las trampas o los servicios de captura pueden contribuir a rebajar la población de los jabalís. Ello, junto a una adecuada planificación cinegética, se perfilan como una de las opciones más eficaces a la hora de ejercer el control y la gestión de esta especie y son más que necesarias no para su exterminio, sino para el equilibrio del ecosistema.

Preocupados por este tema, que no nos es ajeno en nuestro municipio, el pasado viernes mantuvimos reunión con el director general de Medio Natural y Animal, dependiente de la Conselleria de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio de la Generalitat valenciana, en la que pusimos de manifiesto la voluntad de coordinar esfuerzos entre el Ayuntamiento y la Generalitat, trabajando conjuntamente, cada uno en el ámbito de su responsabilidad, a la hora de gestionar los recursos necesarios para encarar y afrontar un problema que ya es de todos.

Y es que el aumento de la población de jabalíes nos preocupa, así como los problemas que ello conlleva también en materia de tráfico y movilidad. Cada vez hay más ejemplares y en más lugares. No se trata solo de la expansión hacia nuevos territorios y zonas propiamente urbanas, sino de la capacidad de esta especie para adaptarse y encontrar alimento y refugio, en entornos humanizados.

Por ello, valoramos muy positivamente que la Conselleria haya puesto en marcha ayudas destinadas al control de esta especie, con el objetivo de reducir su número y minimizar los riesgos e impactos que está causando en numerosos municipios de nuestra provincia y de la Comunitat Valenciana.

Pero, sobre todo, agradecemos la actitud de diálogo constante y colaboración institucional que la Generalitat valenciana mantiene con Benicàssim. Solo en dos años hemos avanzado más que en los ocho anteriores cuando un gobierno, que se decía progresista, bloqueó proyectos fundamentales para nuestro municipio. Hoy, gracias a ese cambio de actitud, muchos de ellos están en marcha, o más cerca de hacerse realidad. 

Lo seguiremos contando. 

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