Opinión | LA RUEDA

Castellón

Todo es posible

A mí también me atrae Groenlandia, la verdad. Quizás no pueda decir por qué razones concretas me gusta, pero me gusta. Me gusta, digamos, desde aquí, metido en casa, con los pies encima de la mesa. Pero, para ser sinceros, no me imagino qué podría pintar alguien como yo en un lugar tan inhóspito como Groenlandia. En estos casos siempre pienso en Phil Connors, el arrogante meteorólogo televisivo que acudía a Punxsutawney, en Pensilvania, a cubrir el evento anual del Día de la marmota, y su vida se complicaba de tal manera que se veía atrapado en un bucle temporal que le obligaba a repetir el mismo día una y otra vez.  

Yo me presentaría en Groenlandia, me haría amigo de un oso, que en un despiste o exceso de confianza, acabaría matándome. Eso sí puedo imaginármelo. En este sentido, no me cabe duda de que Donald Trump sabría sacarle mucho más provecho a la isla. Ahora bien, ¿conseguirá quedársela? Creo que la posición correcta pasa por abrirse a la idea de que todo es posible. No creo que nadie conozca tanto a otra persona que siempre sea capaz de pronosticar cómo va a actuar. A veces ni siquiera puedes adivinar cómo vas a actuar tú. Hace dos días fui a dar un paseo con mi hija. Pasamos al lado de un enorme charco, que Helena rodeó, inteligentemente. Con los niños ya se sabe: nunca se sabe. Cuando llegó mi turno, por alguna razón consideré que el charco en realidad no era tan hondo como parecía, y de pronto rodearlo me pareció menos perspicaz que atravesarlo, así que eso hice. Tuve que volver a casa a cambiarme de calzado y calcetines. Nunca confíes del todo en tus capacidades. Si al final Trump decide quedarse con Groenlandia, será algo tan disparatado que nadie se atreve a decir que no será posible.

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