Opinión | PUNTO DE VISTA

Castellón

La generosidad

Ser generoso es dar o compartir con los demás sin esperar recibir nada a cambio; la generosidad es un hábito deseable que nos llena de alegría. Casi todos nos sentimos más alegres cuando hacemos feliz a alguien, es lo natural. Los centros de recompensa de nuestro cerebro son más intensos cuando damos que cuando recibimos, es un sabio egoísmo: si ayudamos a los demás, nos ayudamos a nosotros mismos. Aprendemos a disfrutar la generosidad poniéndola en práctica. Se asocia con el bienestar a largo plazo, con mejor salud y con más esperanza de vida. Hemos sido creados para la bondad. Cuando llega la oportunidad, como por ejemplo cuando ocurre alguna catástrofe natural, se responde con solidaridad y generosidad. Cuando tenemos un espíritu generoso, a la gente le resulta fácil y divertido estar con nosotros. Irradiamos felicidad, y nuestra compañía puede producir alegría. Cuando ayudas de forma espontánea a alguien más desfavorecido, cuando eres amable y haces cosas que alivian a los demás, acabas sintiéndote alegre y feliz, podemos conseguir comunidades más felices, una humanidad más feliz. Todos tenemos el mismo deseo, el mismo derecho a llevar una vida feliz. Mejor dar que recibir: podemos dar cosas materiales, lo que nos ayuda a reducir la desigualdad y la injusticia. Dar libertad para vivir sin temor implica ofrecer protección, consejo o consuelo. Dar nuestro tiempo y atención a los otros. Y dar sabiduría y enseñanzas a aquellos que las necesiten. Todo ayuda a los demás a ser más felices y también te ayuda a ti.

Tracking Pixel Contents