Opinión | EDITORIAL
Defensa con incógnitas
El plan para alcanzar este año el equivalente al 2% del PIB en gasto militar acelera el cumplimiento de la exigencia de la OTAN de crecimiento del presupuesto de defensa, pero plantea varias incógnitas que el Gobierno aún debe despejar. Es necesario que lo haga para que no queden dudas sobre la viabilidad material del anuncio de Pedro Sánchez, y aún más de la previsión de aumentar la plantilla de las fuerzas armadas en 7.000 efectivos en los próximos años. Para ello, nada mejor que llevar la discusión al Parlamento si se quiere reclamar al primer partido de la oposición el sentido de Estado y apoyo que deberían llegar en un asunto trascendental, que debe someterse a debate por más que el Ejecutivo estime que no está obligado a cubrir tal trámite.
La primera duda que surge es hasta qué punto dará por buenos la OTAN los cálculos del Gobierno español en materia de defensa al incluir en ellos partidas no específicamente militares. Hay argumentos sólidos para considerar dichas inversiones como parte del objetivo que se persigue, pero está por ver si en Bruselas se rigen por los mismos criterios o son más estrictos en lo que entienden gastos en defensa y disuasión. El caso español no es el único: Italia y algún otro socio de la OTAN se encuentran en parecida situación y es preciso saber si finalmente Estados Unidos considera respetada su exigencia inicial (la final es que el presupuesto de defensa equivalga al 5% del PIB), de forma que la Alianza dé por buenos los cálculos del Gobierno. Desde los tiempos de la guerra fría se ha considerado gasto militar el desarrollo de tecnologías de doble uso, pero está por ver si hoy continúa vigente tal criterio.
Garantías
Aparece a continuación la discusión en el bloque de investidura, especialmente entre las fuerzas de izquierda, sobre la solvencia de los avales para que el incremento del gasto en defensa no erosione los programas sociales. Las garantías dadas por Sánchez de que cumplir el plan es posible sin subir impuestos, aumentar el déficit y recortar el Estado del bienestar pueden atenerse a la realidad y ser técnicamente efectivas, pero es preciso especificar de la forma lo más detallada y precisa posible de dónde saldrá el incremento del gasto y hasta qué punto será sostenible si se cumplen los pronósticos del FMI, que rebaja ocho décimas las previsiones de crecimiento de la economía mundial para este año y el próximo a causa de la guerra arancelaria. Y es precisa esta clarificación a pesar de que el mismo FMI prevé un crecimiento de la economía española del 2,5% para 2025, pero, como cualquier otra, no es inmune a las oscilaciones del mercado.
Está, por último, la discrepancia de Sumar con la partida destinada «a la fabricación y compra de nuevos instrumentos de defensa y disuasión». Es este un epígrafe fundamental del plan, el socio menor de la coalición gobernante entiende que no ha sido consensuado y, en consecuencia, abre un paréntesis en la de por sí compleja cohesión del equipo de Sánchez. Una razón más para llevar la propuesta al Congreso y armar una mayoría significativa en una materia crucial. Porque, se quiera o no, una parte del futuro de la OTAN ahora y de la autonomía estratégica de la Unión Europea a medio plazo depende de que sean mayorías robustas en cada Estado las que persigan tales objetivos en un mundo organizado en áreas de influencia.
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