Opinión | LA RUEDA

Ha muerto el Papa de la paz

Hoy, el tema es inesquivable: ha muerto el papa Francisco, hace tan solo dos días, a los 88 años, y de manera inesperada (aunque, paradójicamente, también esperada debido a su preocupante estado de salud). La conmoción ha sido, no obstante, general, justamente en el día de la Resurrección de Cristo.

Jorge Mario Bergoglio, argentino, aunque de origen italiano, arzobispo de Buenos Aires, ha sido una persona muy querida en su país y en el seno de la Iglesia. Yo tuve la oportunidad única de conocerle personalmente en Argentina en un grupo de Doctorado, aunque circunstancias que no vienen ahora al caso, me impidió participar de la mano de una entrañable amiga y religiosa. Fue una lástima.

Emigración

Aparte de ser una persona dotada intelectualmente, su vida discurrió siempre en el mundo de los pobres, marginados y excluidos, siempre al servicio de Dios. El problema de la emigración fue motivo de preocupación en su vida, así como aquellos privados de libertad. Naturalmente, toda su obra se centraba en la tan deseada paz para todos. Fue como muchos repiten, un hombre bueno en todos los sentidos.

En su vida y obra dejó muy pocas cosas en el tintero: cuestiones del medio ambiente, mundo gay, abusos sexuales, eutanasia, aborto, paz en las luchas abiertas entre los llamados progresistas y conservadores dentro de la propia Iglesia.

No cabe olvidar tampoco la relación cordial que han mantenido algunos sacerdotes y políticos de nuestras diócesis con el papa Francisco en determinadas visitas a Roma en los últimos años.

Ya se han puesto en marcha los trámites para la elección del nuevo pontífice, asignatura nada fácil, pero tan necesaria en estos momentos.

Profesor

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