Opinión | SIN RESERVAS

No, no son los mejores

La frase sonó con firmeza en boca del nuevo president: «Es el gobierno de los mejores». Se entiende que aquel día de lógica euforia tras haber recuperado la Generalitat ocho años después, Carlos Mazón se dejara llevar por un exceso de ardor popular. Aquel 17 de julio de 2023 presentó en público a su Consell en el que, además de los necesarios y decisivos socios de Vox, figuraban los militantes de su partido elegidos para ejercer tan alta responsabilidad. Y entre ellos, como titular de la Conselleria de Medio Ambiente, Agua, Infraestructuras y Territorio, figuraba la castellonense Salomé Pradas que, según el buen entender de Mazón, era la mejor persona para ejercer ese cargo. Es de suponer que esa afirmación se sustentaba en el hecho de que Pradas ocupó el cargo de directora general de Medio Natural en el último Consell de Alberto Fabra en el breve periodo que va de marzo de 2014 a junio de 2015.

La formación académica y la experiencia profesional de Pradas antes de dedicarse a la carrera política, licenciada en Derecho por la Universitat Jaume I y colegiada ejerciente en Castelló desde 2001, parecía indicar que estaba mucho más preparada para el segundo cargo que Carlos Mazón le confío. En julio de 2024 fue nombrada consellera de Justicia e Interior cuando Santiago Abascal ordenó romper todos los gobiernos autonómicos en los que participaba Vox. En ese cálculo solo falló una premisa que pocos meses después resultó fatídica para cientos de valencianos: más allá de los asuntos propios que atañen a los juzgados y a los funcionarios, el cargo implicaba ser la máxima autoridad en materia de respuesta a las emergencias. Y ahí, tal como ella misma reconoció ante la jueza de Catarroja, no era la mejor. No estaba prepara para ello aunque nunca renunció a esa responsabilidad.

Desconexión

Más allá de su declaración, en la que no estaba obligada a decir la verdad por su condición de imputada, lo más relevante es el contenido del acta notarial de las llamadas que Salomé Pradas hizo y recibió aquel 29 de octubre. Lo hemos leído estos días en la prensa: «Es un mazazo para la credibilidad del jefe del Consell, Carlos Mazón. El acta notarial acredita que el president se desconectó de la gestión de la crisis durante toda la mañana del día de la dana y durante las tres horas de su copiosa comida en el Ventorro. Solo a las 17.37 horas llamó a Pradas durante dos minutos. Esta comunicación, en una hora en que ya había personas desaparecidas… no fue suficiente para alertar al jefe del Consell, que siguió con su ágape y su posterior encuentro y no llegó al Cecopi hasta tres horas después, a las 20.28».

Entre las 18.30 y las 19.43, franja clave en la que el Cecopi debió tomar decisiones que hubieran salvado vidas, la consellera no pudo contactar con su jefe, que seguía en su apagón voluntariamente aceptado. Si lo hizo un minuto antes del lanzamiento, a las 20.11, del EsAlert, un mensaje que llegó tarde. Solo ellos saben si fue así porque hasta ese momento Mazón no dio el visto bueno. Una actuación irresponsable que costó vidas y que demuestra que no nos gobiernan los mejores.

Periodista y escritor

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