Opinión | AL AZAR

Sánchez sufre un apagón

Se acercan las once de la noche. Un ser solitario y cabizbajo desciende la pendiente de la deshabitada sala de prensa de la Moncloa. Ya se imaginan ustedes de quién se trata, pero no le acompaña ningún ministro ni edecán. Inspira y espira profundamente antes de empezar, cualquier anuncio dramático sería posible con esta escenografía. El «Buenas noches ya» viene seguido de otra profunda toma de aliento, como si la electricidad corporal le estuviera abandonando. El «comparezco de nuevo» también se precipita descargado de emoción. Huele a hastío.

Jarana

Harto de cargar con culpas propias y ajenas, el solitario que sigue con la cabeza hundida empieza por señalar a Red Eléctrica. El restablecimiento de «un 50% del suministro» a buenas horas suena hueco, dado que los heraldos de la Moncloa presumían de que esos niveles se habían restaurado a primeras horas de la tarde. Si no se tratara de una ofensa casi penal, el orador más que preocupado recuerda a la intervención nocturna de Mazón, tras su jarana en el día de la dana.

Sánchez sufre un apagón, interioriza el blackout con mayor dureza que los españoles atrapados en ascensores. El hermano de Sánchez no guarda relación alguna con el apagón, pero el mazazo fraternal tal vez contribuye a explicar el estado de desánimo del presidente. Su despedida es churchilliana, pero del Churchill de 1940, «queda una noche larga».

Periodista

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